Transparencia y colaboración

Barack Obama, presidente de los Estados Unidos de AméricaUna buena política pública debe cumplir con ciertos requisitos: ser producto de la deliberación, satisfacer una demanda, cumplir con la ley, ser objetiva y eliminar la arbitrariedad, entre otros. Una mala política pública es aquella que se diseña sin escuchar la voz de los que demandan. Escuchar no es hacer necesariamente lo que se pide. La escucha, el debate y la fundamentación de las decisiones son etapas del proceso de formulación de esas políticas en la democracia. Nuestro rol como ciudadanos no se reduce al periódico acto de votar. Para todo gobierno somos fuente primordial de información, opinión, propuestas y críticas. Escuchar activamente a la ciudadanía es una obligación de todo gobierno democrático, dado que la diversidad de voces ofrece un variado abanico de posibles soluciones a un mismo problema, además de generar una legitimidad diferente.

La situación que vive el campo es diversa. Hay cuestiones de urgencia y otras de mediano y largo plazo. La demanda de tan diverso sector, como de tantos otros, no puede resolverse con decisiones puntuales, en algunos casos discrecionales y utilizables con intencionalidad política. El Gobierno tiene el deber de diseñar e implementar políticas públicas en el marco del Estado argentino, no bajo el paraguas de una determinada agrupación política. Como ciudadanos tenemos el deber de exigir que así se haga.

Los principios de transparencia, participación y publicidad de información son las condiciones mínimas que el Gobierno debe garantizar en el diseño de una política. Pero también son las condiciones mínimas que todo grupo o sector debe demandar al Gobierno para discutir la solución de su problema. Se trata del cómo y no necesariamente del qué.

En uno de sus primeros memos, el nuevo presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, recuerda que el gobierno debe ser transparente, participativo y colaborativo. Son principios que no afectan sólo "su" gestión, sino que hacen a la esencia del gobierno democrático.

Como ciudadanos tenemos no sólo el derecho, sino también el deber de exigir a nuestro gobierno que cumpla con estos principios. No debe bastarnos con resolver un problema puntual, de corto plazo y salir satisfechos sabiendo que en definitiva no hemos podido cambiar nada y que todo seguirá igual. Finalmente habremos pactado con una forma que no transforma y que sólo nos hace menos libres.

Nota de opinión publicada el 31 de enero en el diario La Nación