
Si esta doctrina democrática se extendiera a otros terrenos internacionales, como las declaraciones de algunos presidentes iberoamericanos, para empezar, el coronel de los "morros de riñón" se vería obligado a recortar muchas de sus intervenciones públicas, especialmente aquellas en la que exhibe el librito azul de la casa de muñecas que representa, para él y para muchos venezolanos, la fuente de la que mana, en un constante fluir, su legitimidad democrática.
Pero el caso más aterrador, es que la Presidente de la Nación Argentina, doña Cristina Fernández de Kirchner, no haya puesto en práctica esta doctrina democrática, y haya pedido al presidente del Ecuador, don Rafael Correa (también conocido en la Argentina como "Chila", por su parecido con el ex arquero de San Lorenzo, José Luis Chilavert), una disculpa pública por haber llamado al expresidente argentino Carlos Menem "payaso" en una declaración pública.
Correa no está hablando de Videla ni de Galtieri. Está hablando de una persona que fue jefe del Estado argentino, elegido dos veces por el voto popular, y que representó a la Argentina como nación soberana desde la más alta magistratura del Estado, más allá de aciertos y de errores. Le guste o no a la señora Kirchner la figura de Menem -lo mismo que la de Aznar a Zapatero- es su deber salir en su defensa y exigirle al presidente ecuatoriano una rectificación adecuada.