
En sus escritos acusatorios, el Procurador General pareció poner más énfasis en las presuntas erratas verbales y lexicológicas del abogado fallecido, que en la forma de proceder del juez enjuiciado. Como se recordará, el señor López Viñals formuló la acusación contra el juez Herrera, por entender que la defectuosa redacción dada a una de sus sentencias era producto de los desaciertos verbales del abogado Filipovich.
La muerte del abogado se produce en un momento en que el procedimiento destitutivo atraviesa su ecuador sin que hayan podido ser solventadas algunas cuestiones previas, como la defectuosa acusación y la más defectuosa admisión parcial a trámite de la acusación formulada contra el juez, cuya defensa tampoco parece tenerlas todas consigo, habida cuenta del carácter público y notorio de la permeabilidad del juez a las presiones políticas y al amiguismo forense.
Nadie, ni los acusadores, ni el acusado, ni los miembros del jurado ni las defensas se han pronunciado sobre la muerte de Filipovich. Hasta ahora, nadie ha vinculado este triste suceso con la exposición pública del abogado por su relación con el juez Herrera. Sin embargo, algunas fuentes ya han adelantado su malestar por lo que consideran un exceso de celo del Procurador General López Viñals, que en su ofensiva contra el juez, no tuvo reparos en retratar del peor modo al abogado fallecido.