
La amable funcionaria, acostumbrada a dar facilidades a los bombos de la militancia preparada para el elogio eterno y las adhesiones incondicionales, informa que si aquella gente común quiere asistir, puede presentarse en la calle o en la plaza Güemes.
Claro, cualquier lector con un mínimo de sentido común pensará: Algo es algo, los vecinos pueden seguir la sesión por una pantalla gigante. Pues no. Solo les está permitido ver ingresar al señor Godoy, a su séquito y a los señores legisladores, como si se tratara de señoritas que entran al Baile de presentación en sociedad.
También están autorizados a aplaudir, pero no a pedir autógrafos.
Según la informante, la fragilidad del edificio explica esta limitación al acceso. En buen romance: si usted no es importante, sino tiene carnet ni chapa, absténgase.
El asunto puede parecer menor, pero no lo es. En primer lugar por cuanto la prohibición de acceso al público choca frontalmente con la prescripción constitucional (artículo 119 de la Constitución de la Provincia de Salta). Y adquiere insospechada magnitud cuando se piensa que no solo esta Sesión Preparatoria sino todas las sesiones se desarrollan entre íntimos.
La autoridad legislativa esta obligada a resolver el conflicto entre la atendible seguridad del edificio y la cláusula constitucional. Trasladando, por ejemplo, las sesiones a la planta baja.