
La traición como argumento
Horas antes de esta agresión, el gobernador Romero había aludido a una campaña sucia. No sabemos si lo dijo como anuncio o amenaza. Porque aquí el único sector capaz de imaginar y de sostener ese tipo de campañas es el oficialismo, dicen los dirigentes de Urtubey, candidato opositor al gobierno de Salta pero alineado con el sector que responde al presidente Kirchner.
La palabra traición y la expresión sacar los pies del plato, aunque forman parte de la más antigua y más autoritaria tradición del peronismo, rebrotan con fuerza cuando se necesita demonizar o sofocar cualquier disidencia. Lo único que falta es que un día de estos, en las calles de Salta, aparezcan pintadas con frases como esta: Mueran los inmundos, asquerosos y salvajes unitarios. A falta de ideas, conviene usar hachas de piedra para golpear al enemigo.
La sede de campaña de Urtubey está ubicada en calle Zuviría 687, a pocos metros de la Legislatura Provincial y de la del candidato a gobernador del oficialismo Walter Wayar. Pocas horas antes de la agresión a las oficinas de Urtubey, este fin de semana, Wayar presidió el acto de inauguración de sus oficinas, ubicadas también en calle Zuviría y Ameghino, muy próxima a las de Urtubey.
Cargar contra la oposición
En Zuviría 687 funciona la Lista 41 Frente Grande, uno de los sectores de centro izquierda que apoya la candidatura de Urtubey. Este sector postula, dentro las listas del Frente para la Victoria, las candidaturas a diputados provinciales de Roberto Nazr y Cristina Lobo y las de Diego Saravia y Nora Ríos. A mediados de los años 90 Diego Saravia fue concejal del Frente Grande y desde su banca fue uno de los primeros en denunciar los negociados del gobierno local y la depredación del medio ambiente.
En un radio de pocas manzanas, alrededor del edificio de la Legislatura local, se concentran los locales de la Unión Cívica Radical, Movimiento de Integración y Desarrollo, Partido Renovador de Salta, Partido Justicialista, además de las oficinas de Urtubey y de Wayar. El oficialismo no condenó este ataque. En el acto de apertura de su sede, Wayar cargó contra la oposición la que, dijo, siempre se caracterizó por hacer campañas de ataque.
Las patotas del oficialismo
Aunque se trata de una acción de baja intensidad, se trata de un aviso ejecutado por integrantes de las patotas del oficialismo. Si el único argumento los dirigentes oficialistas consiste en insultar y repetir la palabra traidor, no puede sorprender que sus patotas salgan a la caza de esos traidores, dicen en la sede de Urtubey.
Tras los daños ocasionados, durante este fin de semana, en carteles y gigantografías del Frente para la Victoria, Urtubey dijo que se trata de un claro mensaje mafioso, hay gente que sabe que a partir del 10 de diciembre va a tener que buscar buenos abogados porque va a ir presa.
Por su parte la concejal Nora Giménez, candidata a la intendencia de la Ciudad de Salta por el sector de Urtubey, dijo que una cosa es la mano dura y la prepotencia y otra muy distinta una política de seguridad dentro de un Estado de derecho. Giménez considera que, en Salta, los abusos y apremios ilegales ya no son casos aislados sino que forma parte de una línea política de las fuerzas de seguridad que, indudablemente, en la actualidad excede al propio secretario de Seguridad.
Promover la violencia y reprimirla
Según Urtubey el partido oficialista de Salta está tratando de buscar cualquier mecanismo para intimidar y meter miedo en la población. Algunos sectores del oficialismo presionan para incrementar este tipo de acciones con ese objetivo y también para dar, paradójicamente, un mensaje: Los únicos garantes del orden y la gobernabilidad en Salta somos nosotros. De este modo, el oficialismo se colocaría en el doble papel de promotor de esa campaña sucia y de garante de la seguridad y el orden.
En los últimos meses, los organismos de seguridad de la Provincia relativizan y también niegan importancia a la serie de hechos de violencia social y otros que tienen color político. En muchos casos, el gobierno culpa a la oposición y a los agitadores de siempre, de algunos de esos hechos y de exagerar su gravedad. Cuando ellos suceden los medios oficialistas, eluden investigarlos al calificarlos de confusos.
Urtubey dice que, en realidad, los que tienen miedo son ellos y tratan de plantearlo a la gente a través de actitudes patoteriles, es la clásica prepotencia del que no tiene la razón. Nosotros tenemos la mansedumbre de aquellos que creemos que estamos caminando al lado de la gente, entonces no tenemos que recurrir a ese tipo de cosas. Es evidente que, por ahora, ni ellos creen en sus propias mentiras.
Respecto a algunas encuestas encargadas por el gobierno que dan ventaja a sus candidatos Wayar y David, Urtubey dijo que tratan de convencer a la gente de cosas diferentes que son absurdas, locas. En definitiva, son otro costado de la profunda subestimación de la comunidad que tiene el oficialismo.
Castigar al que discrepa
El gobierno desató una campaña de represalias no sólo contra Urtubey y los principales dirigentes que rompieron con el Partido Justicialista y se alinearon con el Frente para la Victoria, sino también con personas identificadas como simpatizantes de ese sector. Una de las formas de castigo inmediato fue la cancelación de contratos en organismos del gobierno provincial y en varios municipios.
La acción del oficialismo se extiende a las presiones cada vez más intensas sobre los medios de comunicación que reciben publicidad oficial a los que se les impartió instrucciones para no difundir información referida a la campaña de Urtubey y no incluir a éste y a sus candidatos en la lista de invitados a sus programas. El gobierno presiona para que las agencias de publicidad no presten servicios a la oposición. Esas medidas alcanzan a empresas del sector privado a las que se insinúa que el gobierno no ve con buenos ojos cualquier apoyo a Urtubey.