Río y Madrid, Lula y Alberto

El lema de Madrid 2016 hablaba del corazón. “Tengo una corazonada”, así rezaba y así, con el corazón en vilo se mantuvieron miles de madrileños hasta las siete de la tarde de ayer en mi ciudad. Madrid, la candidata inicialmente más votada, no pudo con el corazón de Copacabana y el Cristo Redentor. Pasadas las siete Río de Janeiro y millones de brasileños estallaban de alegría olímpica. Desde aquí mi felicitación. Lula, Gallardón y ZapateroDetrás de los proyectos, las presentaciones técnicas, los discursos, la labor de guante blanco ante el COI y el trabajo de cada ciudad, hay eso es indudable, intereses, política, economía, tradiciones o sorpresas y mucho más. Pero también hay personas, nombres y apellidos que ponen un rostro a la imagen de cada ciudad.

De todas las de ayer me quedo con dos. Ambas lloraron – una de alegría, otra de tristeza y decepción. Son el presidente de Brasil, Lula Da Silva y el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón. Ambos me gustaron por sus actitudes, implicación, sus palabras y caballerosidad.

Lula Da Silva me gusta de siempre y por muchos motivos: su fuerza que no su soberbia, su humildad que no su humillación, sus orígenes y su humanidad. Siendo del sindicato y eso tan de moda del “piquete trabajador” ha sabido llegar al presente sin renunciar al pasado, y mirar al futuro sin cargar con posiciones extremas que más que sumar, restan y restan cada vez más.

“Trabajo desde mañana, no desde pasado mañana”, eso fue lo que pidió Lula a los brasileños nada más ganar. Algo básico que por tan sabido, se está olvidando en el mundo actual. “Dormir menos y trabajar más”: pidió ayer el presidente de la economía emergente más arrolladora de Latinoamérica y este nuevo mundo que llaman “multipolar”.

Lula habló mucho y bien. Tradujo al portugués el “yes we can”. Sin soberbia, sin rencor, sin complejos pero con humildad, hizo referencia a ese pasado que existió, que no se puede negar, pero que - y esto lo digo por otros países – no puede seguir siendo siempre la excusa perfecta para justificar errores y torpezas propias que impiden mejorar.

“Somos un país colonizado, que ha sufrido mucho y por eso creíamos que éramos pequeños”, dijo el presidente brasileño. Luego añadió: “Dios ha querido que ganáramos. No somos de segunda clase, somos de primera. Era necesario demostrar que un país del tercer mundo puede acoger los Juegos. Y vamos a mostrar los mejores Juegos que el mundo haya visto”.

Será en 2016, Lula ya no será presidente de su país. Podrá si Dios quiere disfrutarlos, no en primera línea de la política, pero sí con satisfacción de, a pesar de no haber estudiado en ninguna universidad, o de haber renunciado a máximos para conseguir con menos más, conseguir sacar en seis años de la pobreza a treinta millones de brasileños de los cuales veintiuno son clase media. Clase social, por cierto, tan necesaria en esa Latinoamérica muy afecta en otros lares, a extremos que radicalizan y desbalancean, pero no ayudan al progreso y la estabilidad general.

"Los Juegos pertenecen a todos los pueblos, a todos los continentes", defendía Lula con convicción. La misma que mostró, junto con una impecable argumentación técnica y protocolar, el equipo de gente que agrupó en torno a Madrid nuestro, - mi -, alcalde: Alberto Ruiz Gallardón.

Alberto pálido y cansado también lloró. Ha defendido la candidatura de Madrid con tesón y sin altanería tanto para el 2012 como para 2016. Ayer, prudente y en su sitio reconoció en primera persona que “no era el momento ni eran las personas, - y menos yo, matizó – para hablar sobre Madrid 2020”.

Alberto supo en la derrota ser agradecido y conciliador. Dio las gracias a toda la gente que, desde los Reyes a Zapatero, se reunieron en torno a él para apoyar su labor. Se detuvo especialmente y eso fue lo que más me gustó, en Presidenta de la Comunidad de Madrid: Esperanza Aguirre. Miembro como él del Partido Popular; todos sabemos, es de dominio público aquí, de sus divergencias, conflictos, y su sonada rivalidad. Alberto ayer agarraba la mano de Esperanza y le daba gracias públicamente por haberle apoyado con generosidad. Un gesto que por inusual en tantos otros políticos que hoy en día hacen primar su orgullo sobre el interés general, aplaudo con convicción.

Río o Madrid, eso es igual. Detrás dos personas: Lula Da Silva, Ruiz Gallardón. Valores y formas de hacer política que se deberían observar para llamarse luego a reflexión.