No fue una despedida, fue un reencuentro

En un blog de una amiga mía argentina, leí lo siguiente:

“Hoy recibí un mensaje de texto que decía: “¡Que grande Raúl Ricardo, nos hizo volver al 83!". Era de mi hermana que está lejos y con quien compartimos ideales en aquella y todas las épocas. Hoy también leía-escuchaba muchas declaraciones, discursos, comparaciones y entre todo eso una frase que me oprimió el botón que me llevó a escribir esta reflexión”. Raúl AlfonsínNo quería desperdiciar la ocasión de dedicar, como pequeño homenaje, mi columna semanal al ex presidente Raúl Alfonsín y hacerlo para ir más allá de lo concreto, de su figura política y humana. Quisiera rendirle homenaje pero hacerlo también a aquella época, al momento en que regresó a la Argentina la democracia.

Creo que fue Borges el que escribió que “no hay cosa como la muerte para mejorar a la gente”. Es cierto… por eso ni voy a decir que Alfonsín fue el mejor, ni que fueron mejores los que les apoyaron frente a los que le combatieron, o que todo lo que tuvo que ver con su gestión fueron aciertos. Tampoco juzgaré si los que le combatían ayer y estos días le han loado, han reflexionado sobre ciertas cuestiones o sólo se impresionaron ante la muerte.

Observé con atención a través de un canal de televisión por Internet la reacción de tanta gente, de esos miles de argentinos que acudían, supongo que cada uno por sus motivos personales, a rendir respeto a un ex presidente de la democracia. Por eso titulé la columna de esta semana “no fue una despedida sino un reencuentro”, porque exactamente esa era lo que yo sentía mientras contemplaba la imparable riada humana hacia el Congreso o el cementerio de la Recoleta.

Un reencuentro, todavía no sé si circunstancial o quizás más duradero, con las ilusiones que trae la democracia, con la idea de caminar en libertad aún en el disenso o las discrepancias, pero siempre sin abandonar el respeto; un reencuentro con los partidos, las ideas y la política; un reencuentro con la república democrática y dialogante, aquella que, aún en los errores y las peores crisis, defiende que todos y no sólo algunos son por derecho propio, ciudadanos de la misma Patria. Un reencuentro que también fue un mensaje para aquellos que están vivos y encarnan hoy la política argentina.

Retomando el blog de mi amiga argentina, otro fragmento de lo que escribió fue el siguiente:

Hoy leí "con Alfonsín se nos murió....", no importa cómo continuaba la frase, lo que importa es  lo que a mi me produjo esta frase: A mi no se me murió nada. Mis convicciones e ideales del '83 están intactos. Estaban por ahí latentes, guardados para la ocasión, tal vez un poco reprimidos, pero están aquí, en mi corazón y en mi cabeza. A mí no se me murió nada, ni siquiera la juventud, porque la juventud es una actitud mental. A mí, lo que me pasó fue que se me terminaron los candidatos.

Que no vamos a hacer revivir el 83, es más que obvio, pero si podemos mantener la esencia de todo aquello, que fue ni más ni menos que refundar la democracia, manteniendo vivo en nosotros ese idealismo y esos principios que tan bien representó don Alfonso y que están resumidas en el preámbulo de la Constitución que recitaba al final de sus discursos de campaña y que defendió hasta su muerte, habremos hecho más que suficiente”.


Así lo espero yo también. Desde hoy mismo, hasta el próximo 28 de junio y más allá. Si se puede, para siempre. Así interpreté y sentí yo la despedida a don Raúl Alfonsín, más que como despedida, como reencuentro.

Mi pequeño homenaje y mi recuerdo para él a través de estas humildes letras.