
A Emilio, no sólo le han reventado la casa, su paciencia y sus nervios también. El joven, harto por los continuos destrozos materiales y personales que continuamente sufren los ciudadanos vascos de la mano de sus libertadores, agarró una maza y se fue directo a la herriko taberna** de la localidad. Presa de un ataque de nervios, la destrozó. La policía autonómica intervino a los pocos minutos y Emilio, que no opuso resistencia a la autoridad, fue detenido y conducido a comisaría; mientras todo esto sucedía gritaba: estos hijos de puta han reventado mi casa, lo siento, lo siento yo nunca había hecho una cosa así.
A partir de aquí dos reacciones bien distintas:
{youtube}yFONkSB-Ju4{/youtube}La primera Lazkao, el pueblo de Emilio, lleno de carteles amenazantes donde los simpatizantes etarras le insultan y amenazan. Lo más suave que han llamado a Emilio ha sido fascista. A resultas de ello Emilio ha debido abandonar su pueblo por miedo a posibles represalias contra él o su familia por parte de los pro-etarras. ¿Comprenden el asunto ¿verdad?: estos tipejos consideran la mazade Emilio fascista, pero sus bombas y asesinatos no. ¡Claro!, es que si eres progresista y libertario eres como los etarras, de lo contrario eres un fascista y poco más.
La segunda, es que Emilio tiene ya más de 17.000 amigos en Facebook. Su actuar ha provocado la reacción de decenas de grupos ciudadanos que apoyan y comprenden su desesperación. Emilio ha conseguido también que diversos líderes políticos, aunque repudien su actuar, hayan declarado que entienden en su faceta humana, su forma de reaccionar.
Emilio en realidad es sólo un joven vasco que ha empleado años en arreglar una modesta casa donde iniciar una vida en pareja. Emilio es sólo un joven vasco que al verla destrozada y después de tener que aguantar las risas de los simpatizantes abertzales que desde la calle se mofaban de su desesperación, se cansó de todos ellos y presa de un ataque de nervios, expresó con su maza la furia contenida de tantas y tantas victimas de ETA, vascas o no.
Una de las cosas más importantes de nuestra democracia ha sido la paciencia sin límites que las víctimas de ETA han demostrado en todos estos años para no vengarse jamás de sus verdugos. Emilio, cuya actuación no apruebo pero comprendo, sólo ha destapado la furia de un ciudadano como tantos en España harto de ser agredido, amenazado o extorsionado, por una panda de asesinos que consideran fascista a cualquiera que se oponga a ellos o les plante cara, pero que curiosamente, no consideran fascista su propia actuación: destrozar propiedades ajenas, chantajear o secuestrar y por supuesto asesinar.
En mi opinión, el valor simbólico de la maza de Emilio es enorme. No debe en absoluto ser fácil quedarte en tu casa sin hacer nada, después de ver cómo los etarras y sus afines andan por las calles de tu pueblo riéndose de los muertos y las desgracias que han provocado. No debe ser fácil quedarte sin casa pero con una hipoteca que pagar, o lo que es más terrible, seguir viviendo sin tu padre, tu esposo o tu hijo.
Hoy sólo quiero recordar a los cientos de vascos y españoles que nunca hemos usado la maza de Emilio. Esa maza no es la solución, lo sabemos, pero quizás todos deberíamos hacer un esfuerzo mayor para rechazar el terrorismo etarra de forma pacífica, pero con la misma contundencia de la maza de Emilio.
Mañana domingo cuando hablen las urnas, los vascos podrán expresarse a través de ellas. Ojalá que sus votos nos digan que prefieren que el terror y la muerte sean por fin sustituidos, por la paz y la libertad.
** Herriko taberna: En castellano se traduce como taberna del pueblo. Es el nombre que reciben los bares donde se reúnen los afiliados y simpatizantes de la izquierda abertzale. En muchos de ellos, hay huchas que recaudan dinero para su financiación.