
Obama, un hombre negro, el primer Presidente de los Estados Unidos de raza negra. Una nueva raza en el poder, una esperanza para muchos que liderará un imperio que otros tantos dicen dejará de brillar. Paradójica esperanza que se enciende para el 2009 en una tierra que podría perder, quien sabe, definitivamente su luz.
La crisis económica internacional, que se originara en un país o en más, alcanzó a todos y a todo, cruzó fronteras, arrasó empresas, tiño de rojo a los bancos, y extendió un manto negro sobre la humanidad.
Los dirigentes internacionales se esfuerzan en estos días, en estos últimos meses, en combatir lo urgente, apuntalar las ruinas, alentar las llamas que se apagan y suplantar con la presencia del Estado lo que ya no existe en el ámbito particular. Aplazados, como siempre, los asuntos de los que nunca nos ocupamos y que nos acompañan año tras año: los conflictos bélicos eternamente inacabados, la maldición del hambre, la sed y las enfermedades de millones de personas, el cambio climático que podría conducir al planeta a una catarsis, los populismos baratos, las nuevas dictaduras de los recursos naturales, la inmigración, el terrorismo internacional
Y así nos encuentra el 2009, en blanco y negro, más cercanos a 1929 que al siglo XXI en lo económico, y con la paradoja de que negra es la esperanza y negro es el panorama mundial. ¿De qué nos hemos olvidado en el camino?, ¿qué es lo que falló?, ¿fueron los sistemas, fueron unas cuantas personas?, ¿fue un solo país, fueron más?, ¿fueron acaso los dirigentes, los ciudadanos, la sociedad global?
Cada uno de ustedes tendrá su respuesta particular, para gustos están los colores. Sin embargo, quisiera hacerles reflexionar sobre los aspectos que han conducido al triunfo a Barak Obama, a aquellos principios quizá algo básicos pero reales y bien concretos que le han aupado al cargo más alto de toda una Nación: Internet, la comunicación global, la colaboración económica dólar a dólar, de cientos de miles de anónimos ciudadanos que han sido más fuertes que los flamantes y poderosos lobbies americanos, un lenguaje, una forma de hablar sincera, sencilla y directa a los ciudadanos (yes, we can), y una imagen muy poco fingida de honestidad, cercanía, esfuerzo y fe personal.
Quizá son mis ganas de simplificar con tal de encontrarle solución al 2009 y a los años que le seguirán, quizá en lo simple, en lo más sencillo, puede ser que esté la llave para abrir las puertas que nos conduzcan a una solución. No lo sé, sólo confío que de este año que termina no nos quedemos con el color negro, sino con la actitud. Ojalá que en el 2009, todos juntos de forma global, euro a euro, dólar a dólar, peso a peso, país a país, ciudadano a ciudadano de esta aldea global, refundemos no los sistemas y las instituciones sino mucho más: nuestra forma de pensar, de sentir y de vivir.
NOSOTROS TAMBIÉN PODEMOS ¡FELIZ 2009!