
El consumo se detrae, la producción debe aminorarse, se producen suspensiones y despidos, se debilita el crecimiento. Aquí y en la China. Ante esta situación, que el gobierno Kirchner mantenga y reivindique el superávit fiscal como regla máxima no es buen asunto. El gasto público creció en el 2007 un 40%, las provincias han perdido recursos coparticipables, la presión tributaria sube y se anuncian medidas keynesianas pero sin un plan definido. Parece pues que nos tendremos que enfrentar a un plan de gasto discrecional sin un rumbo muy concreto.
Ayer en la cumbre del G20, impuntualidades de la Presidenta aparte, su exposición fue poco concreta y con referentes domésticos, fruto de un espíritu aldeano que repite sea cual sea el escenario mundial en el que se encuentre.
El hueco en el G20 se consiguió para la Argentina en los odiados" 90. Hoy la realidad es que se está físicamente, pero se está aislado conceptual e ideológicamente. El pensamiento que pregona la Presidenta dista mucho de tener puntos en común con el grueso de las naciones que componen el Organismo.
El G-20 es casi el único foro que hoy mantiene al país conectado con el exterior, con quienes toman las decisiones. Esperemos que este lazo no se rompa a pesar de lo dicho por Néstor Kirchner estos días en Chile: con lo que está pasando, mejor aislarse, soltó sin reparos el ex presidente.
Ya sabemos que reuniones como la producida ayer, ni son la panacea universal, ni arreglan con una simple declaración el desaguisado mundial al que nos enfrentamos. No obstante, y a la vista de las conclusiones, se iniciarán caminos para intentar un mayor equilibrio internacional avanzando hacia la globalización y el libre comercio. Todo ello sin el proteccionismo como máxima, sin excesos en las regulaciones, y con una, esperemos, muy profunda reforma del actual sistema financiero.
A pesar de que se han explicitado críticas muy justificadas al FMI y su rigidez e ineficacia, y contando con que el Organismo va a ser reformado, nadie duda de que conseguir créditos blandos no pasará a ser una entrega de dinero con los ojos cerrados. Para recibir dinero, aunque sea con mayores facilidades, el mundo seguirá pidiendo a cambio políticas sólidas en lo interno.
De todas formas y en los meses venideros, los Kirchner no deberán mostrar ningún desespero si no se reciben fondos del FMI. Para eso hay progresismo nacional, superávit fiscal interno y aislacionismo de los errores externos ¿no? Con los fondos provisionales, las prorrogas del impuesto al cheque, los superpoderes y el vivir de lo nuestro debería haber suficiente para el tan cacareado crecimiento y progreso nacional.
Cristina Fernández continua ahora su viaje por los mundos del más allá y acá se queda la realidad interna con una suerte de temas políticos, sociales y económicos sensibles y preocupantes: Sentencia contra el monopolio sindicalista, fuga continua de capitales, controles Moyano sobre los despidos, un recién salido Capaccioli victima de raras aportaciones fantasma a la anterior campaña presidencial, unos documentos duros y muy críticos de la Iglesia ante la realidad de la pobreza nacional, una oposición que trata de agruparse para ser más efectiva y hasta una serie de denuncias contra el ex-presidente Kirchner por varios frentes.
Esperemos que después de la gira y a su regreso, a la señora Fernández le haya quedado hueco para algún tipo de reflexión que permita que vislumbremos una nueva forma de gestionar que supere la omnipotencia del poder vacío de contenido real y un plan prudente y real contra la crisis que no se conforme con la gestión inconexa de las urgencias. Lo dudo, pero lo espero.