Doña Sofía: 33 años reina, 70 de vida

En medio de la polémica generada esta semana a raíz de las declaraciones personales que la reina doña Sofía ha realizado en sus entrevistas con Pilar Urbano, la periodista que ha escrito el libro: “La Reina muy de cerca”, mi columna está especialmente dedicada a usted, doña Sofía. Doña Sofía, reina de EspañaNo sé ni creo en la “sangre azul”, no sé si sus opiniones personales  – de ser exactas – han sido de lo menos acertado o de lo más sincero, creo no obstante, que aún en la discrepancia usted también debería tener libertad de pensamiento y opinión personal en democracia. En cualquier caso no deseo entrar en este debate. Sólo deseo explicitar que si tengo una certeza respecto de usted: lleva 33 años demostrando ser totalmente “real” como persona, mujer y profesional. Eso para mi, es suficiente saber.

Este domingo 2 de noviembre celebra usted sus 70 años.  Justo esta semana y con la que le está “cayendo” encima, quiero felicitarla Señora: por su cumpleaños y por su trabajo global de tantos años.

No quisiera dedicar estas líneas ni a una reina, la de España, ni a un concepto, el de monarquía. Quisiera tan sólo esbozar el retrato de una persona. Una persona que como cualquiera de nosotros, vive, trabaja, crea y desarrolla una familia. Que pasa por mejores y peores experiencias vitales, que llora en sus tragedias y ríe en sus alegrías. Un ser humano normal y corriente, con sus aciertos y sus errores, pero excepcional en una cosa especialmente importante y difícil de sobrellevar: Si ya la vida resulta para todos complicada, la de ella transcurre expuesta permanentemente ante miles de ojos, y todo o casi todo lo que haga o diga, deberá tener su impronta personal pero será juzgada con más dureza que la de cualquier otra persona pública. Así es su cargo de reina: A veces desconocido en la más oscura sombra, otras expuesto a la luz más exigente que haya.    

Hoy, en un mundo en que tanta gente en el terreno profesional abusa de los privilegios de su cargo, procura trabajar lo justo y con escaso interés, o desea satisfacer su ego y protagonismo personal más allá de centrarse en cumplir con entrega la misión que se les encomendó, Doña Sofía es una profesional a destacar. Hoy, en un mundo en que el que está arriba vive olvidando permanentemente al que está abajo, en el que los compromisos y los valores como la lealtad, el compañerismo y la generosidad se olvidan a diario. Hoy,  que la pareja y la vida familiar se desintegran muy fácilmente y dónde ser persona es más “ser yo” que “nosotros”, doña Sofía es también, un ser humano a destacar.

Intentaré retratarla como persona más que como reina, a través de una serie de pequeños detalles sobre su persona y vida. Incluyo en mi relato, alguna anécdota revelada a la opinión pública por periodistas que tienen trato cercano con ella. Valga este somero resumen, para que quienes lean la conozcan algo más, y como anónimo regalo de cumpleaños hacia ella en una semana especialmente complicada.

Griega de nacimiento, se siente desde hace mucho cien por cien española. Los españoles así la consideramos también. Habla inglés en su vida familiar, pero domina el español perfectamente aunque nos todavía nos hace sonreír con algunas de sus expresiones. Una muy coloquial y muy “nuestra” se la dijo a un periodista hace poco fue: “¿Extranjera?, yo soy y me siento española “hasta las cachas”

De niña, ante una multitud que aclamaba a sus padres como reyes de Grecia en Atenas, preguntó: “Mamá, ¿esta gente nos pertenece?”. “No, nosotros les pertenecemos a ellos”, contestó su madre, la reina Federica. Doña Sofía siempre ha repetido hasta la saciedad que su concepto de “reinar” es el de “servir”.

En su juventud estudió entre otras materias, arqueología, enfermería y algo de pediatría. El destino como todos saben,  le deparó ser Reina. De no haberlo sido, confesó una vez al periodista Douglas Key, que le habría gustado ser “peluquera”.

Como princesa griega, aún de familia no reinante, ha vivido exiliada en numerosos países. Uno de sus momentos personales más duros ocurrió en febrero de 1981 con motivo del entierro de su madre la reina Federica. A ella y a su familia sólo se les permitió estar en territorio griego, un día y “de sol a sol”. Fueron recibidos sin protocolo alguno, mientras don Juan Carlos era tratado con honores de Jefe de Estado. Así fue como en su tierra natal, sin más compañía que la de su esposo y hermanos, y sin distinción de ningún tipo, se despedía de la mujer que fue reina de Grecia, su propia madre.

El rey dijo de doña Sofía en sus memorias: “Es una profesional”. Los españoles lo sabemos. La reina, normalmente menos expresiva que don Juan Carlos, ha dicho mucho más del rey y de su relación con él. Así confesó a un periodista sus sentimientos: “El amor es algo vivo que cambia con el paso del tiempo. El nuestro ha evolucionado hacia una amistad. No somos nada iguales ni nos gustan las mismas cosas. Pero yo como esposa y como amiga, soy su compañera de equipo y siempre estoy a su disposición”. En otra ocasión una de sus biógrafas, Pilar Urbano, le rogó que no le hablara tanto del rey y que lo hiciera más de ella misma. Doña Sofía contestó: “Pues... yo no tengo otra vida que la vida del rey. La vida del rey es mi vida”.

Dicen que es una mujer tímida, educada para ser reservada y no mostrar en público sus sentimientos. Por el contrario, todos aquellos que han trabajado junto a ella en los cientos de tareas humanitarias y de ayuda al desarrollo que desempeña, constatan que es cercana, muy humana y extremadamente sensible. A este respecto, los españoles la hemos visto llorar en público bastantes veces. Recuerdo especialmente su llanto ante las cámaras de televisión en el funeral de su suegro, y cómo se esforzaba en dar consuelo al rey, que enterraba a su padre en aquellos momentos. O como su figura, de luto riguroso, avanzaba lentamente abrazando, besando y llorando sin consuelo, a los cientos de familiares de los fallecidos por el atentado islamista que Madrid sufrió el 11 de Marzo de 2004.

Dirige varias fundaciones y programas solidarios. La que lleva su nombre, Fundación Reina Sofía, se creó en 1977 con un capital que aportó ella misma. Desde entonces, la institución apoya y ayuda a decenas de proyectos y de gente necesitada. En los últimos años realiza un trabajo intensivo para investigar y combatir el Alzheimer.

Le apasiona la fotografía. Cuando viaja, lo hace siempre con su cámara digital. Quienes la acompañan destacan que mira todo con ojos inquietos y  repletos de curiosidad. La misma, – dicen –, que le hace “capturar” cualquier detalle especial a través de las fotos que realiza personalmente. En estos viajes oficiales en los que suele viajar rodeada de periodistas, tiene una costumbre: Espera pacientemente a que todos terminen de fotografiarla, y después suele sacar su cámara sonriéndoles y les pide que posen para ella. 

Tiene un sentido del humor algo” británico”, país en el que ha residido y en el que sigue exiliado su hermano. La periodista de televisión española Carmen Enríquez,  que ha viajado en múltiples ocasiones con ella contó una vez esta anécdota: “Estábamos en el altiplano andino, en Perú, y unas mujeres preparaban un brebaje con unas plantas. Una de ellas le daba vueltas, lo probaba y lo escupía en la misma cacerola. En un momento dado se lo dio a probar a la Reina, quien no lo rechazó. Los periodistas la mirábamos con cara de asco y conteniendo la risa. Entonces, fue ella la que sugirió a aquellas mujeres que nos lo hicieran probar a los periodistas. Al final fue ella la que se reía de nosotros”.

De la monarquía y de su papel en la historia, doña Sofía ha declarado en los últimos días a dos periodistas que han escrito unas memorias sobre ella lo siguiente: “Espero que la historia me reconozca haber sido de alguna utilidad. Es lo que quiero ser, útil. Y por lo demás, que digan lo que quieran”. “Si una monarquía no sirve al pueblo, la gente hará bien en derrocarla y buscarse otro sistema».

Efectivamente doña Sofía, así pensamos muchos de nosotros también. Por eso, gracias por servirnos estos años y,  bajo mi humilde parecer, hacerlo en general tan bien. Que cumpla usted junto a nosotros, muchos años más.