Se necesita un plan de acción, se necesita un rumbo

Que hay problemas y “gordos” es más que evidente. Que escurrir el bulto, echar culpas fuera ya no es efectivo, es notorio también. La bola de nieve rueda y rueda…, y mientras más rueda más grande se hace y el riesgo de “avalancha” se nos va a echar encima a no mucho más tardar. Casa Rosada, sede del gobierno nacionalLa crisis económica mundial está ahí, tan presente como una enfermedad mortal. Todos estamos siendo infectados en mayor o menor medida. Negarlo, atribuir a economías locales fortalezas a prueba de toda “bomba” global es cuanto menos, una temeridad.
Inflación, agotamiento de la creación de empleo, tiranteces con sindicatos, deudas externas, dificultad de acceso a financiación internacional, desconfianza y malestar social son claros síntomas de que el período en el que andamos inmersos no es fácil. Asumir y afrontar esta verdad, debería ser el primer paso a dar.

El conflicto eterno (gobierno – campo), el que nunca acaba, el que parece que dirime el futuro de todo un país, continúa. El mal talante se prolonga, el no hacer nada se alarga y mientras tanto, el precio de las commodities baja, sube, baja… y toda la caja de un país no puede andar dependiendo de algo que no se tiene el valor de resolver, y que además se ha hecho aparentemente “imprescindible” para mantener un hipotético superávit salvador de todos los demás males que nos aquejan.

Internacionalmente deberíamos situarnos en un lugar reconocible, dejar de marear, de ir y venir. O nos financiamos al 15% con un Chávez arropado por submarinos rusos, o aceptamos las auditorias del FMI. O nos vamos a hablar a Nueva York, o nos hacemos la foto en Caracas. Todo no se puede, no tener sitio es peligroso y jugar con posponer indefinidamente nuestra vinculación con el resto del mundo es lo más peligroso que podemos hacer puesto que está más que comprobado que el mundo nos necesita, si… y nosotros al mundo también.

Económicamente habría que sincerarse para poder avanzar. Socialmente educación, salud, vivienda  no pueden improvisarse más. Territorialmente, federalismo real, transporte efectivo, e inversión urgente a nivel nacional son asuntos pendientes, vitales para crecer como país.

Vivir políticamente entre la nula autocrítica, la dejación de responsabilidades propias, el resentimiento ante los que acusan y reclaman, el orgullo y sus consecuentes reacciones impulsivas, es decir, en un vaivén permanente, nunca ha sido la mejor variante del “vivir político”. Así no se genera ni credibilidad, ni estabilidad, ni futuro. Y el presente, tiene que servir para allanar y construir futuro también.

Como dicen por mi pueblo: “Más vale una vez “colorao” que ciento amarillo”. Pero me da la sensación de que la Presidenta Argentina o no lo ve, o no comparte la expresión. Se necesita un cambio radical. Si hay que avergonzarse, es el momento de hacerlo, si hay que rectificar errores propios hay que hacerlo sin más tardar, si hay que dialogar, no se puede atrasar más.

Hay que ponerse a trabajar para que toda la Nación se embarque en la tarea de que se vuelva a hablar – dentro y fuera – de la Argentina, y que se vuelva a hablar bien. El Estado es la casa de todos, es la casa de todo un pueblo, y un país sin Estado, no va por buen rumbo.