
De nuevo, y como seguramente el propio presidente Ibarretxe ya esperaba, nuestro máximo órgano judicial, el Tribunal Constitucional, ha declarado de forma tajante, que su planteamiento de una nueva relación entre el Estado y una Comunidad Autónoma, no es posible sin una reforma previa de la Constitución existente. Esa Constitución, que todos nos dimos en 1978 como regla máxima que nos dirige y ampara, por encima de gobiernos centrales o autonómicos, que la deben respetar y cumplir. Es decir, lo que viene a señalarle al señor Ibarretxe nuestro máximo Tribunal, es que la soberanía nacional no es divisible por decisión de una comunidad autónoma, y tampoco por un poder del Estado como es el gobierno vasco. El Tribunal señaló que la soberanía del Estado reside en todo el pueblo español, y que sería este, en todo caso (y no sólo el pueblo vasco), quien debería decidir o no, sobre aspiraciones independentistas de una parte de su territorio.
Con otras palabras, y dicho más clarito: El señor Ibarretxe está en su cargo y es quien es a nivel institucional, porque la Constitución y el sistema democrático español, ese contra el que tanto clama, le ha permitido ser Presidente de Euskadi.
El Presidente Ibarretxe, ante la sentencia ha declarado que la acata aunque no la comparte, y que seguirá luchando para hacer avanzar sus pretensiones. El siguiente paso, según ha informado, será denunciar al Estado español ante el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. Lo hará parece, a título particular. Su denuncia irá firmada simplemente el ciudadano Juanjo Ibarretxe, y estampará su firma en una demanda por lo que el considera, una violación del Convenio Europeo de Derechos y Libertades Fundamentales. ¡Palabritas mayores!...
La denuncia, será registrada en dos semanas contra el mismo Estado español, que curiosamente el señor Ibarreche también representa ya que es su máxima autoridad en Euskadi-, y se basará nada más y nada menos que en la presunta vulneración de la libertad de pensamiento, expresión, asociación y participación política.
Realmente habrá vascos que secunden la idea de su presidente, no lo pongo en duda, pero debemos hacer constar que también hay muchos que no la secundan, y que justamente por eso, por sentirse vascos y españoles a la vez, han sufrido, sufren y lamentablemente sufrirán, exilios de su propia tierra (por amenazas terroristas), atentados y extorsiones a sus bienes y pertenencias materiales, y en los casos más extremos, atentados a su propia integridad personal y a la de sus familias. Vivir o morir parece ser la cuestión de algunos nacionalistas respecto de los que no lo son.
No sé como encajaría el Presidente Ibarretxe, que cientos de estos ciudadanos acudieran al Tribunal de Estrasburgo, a denunciarle a él y a su gobierno, por no garantizar derechos humanos tan fundamentales como la vida misma, en sus tierras. Creo personalmente, que lo encajaría mal , pero esa señor Ibarretxe, es la cruda realidad.