Conflicto rural: Los costos de la incoherencia

El conflicto desatado por el incremento de los gravámenes a la exportación de granos ha trascendido la problemática sectorial para traducirse en disconformidad por el estilo autoritario del gobierno nacional y poner al desnudo el híbrido verticalismo del mandatario provincial. Carlos Humberto Saravia, dirigente de la UCR de SaltaCFK no tuvo frenos inhibitorios a la hora de denostar la legitimidad de muchos actores de la crisis. Trató de ideologizar la controversia vinculando a los protestantes con la figura del dictador Jorge Rafael Videla y especulando con que las espontáneas reacciones cívicas encubrieron respuestas agresivas a su política de derechos humanos.

La estrategia no es ingenua y se complementa con tácticas de choque a cargo de Moyano y D´Elía, tanto en los cortes de rutas como en Plaza de Mayo. Son pocos los que creen que a estos dirigentes no los haya animado una orden de los operadores presidenciales que le temen al síndrome que desestabilizó a Fernando De la Rúa a fines de 2001. Los inescrupulosos habitantes de la Casa Rosada nos devuelven a 1952, cuando Perón lanzaba a los “cabecitas negras” a la calle y los instigaba a la violencia. Solo que nuestra presidenta no es Perón, ni Moyano y D´Elía pueden ser equiparados a los “descamisados”, sino a matones a sueldo.

Los dos estuvieron en el hermético acto de Parque Norte, “apoyando” decisiones que nunca fueron consultadas previamente a gobernadores, diputados, senadores y entidades que representan al sector agrario. La simbiosis “autoritarismo-populismo“ caracteriza a una gestión que con forzados contrastes se maquilla de “gobierno popular” y luce fiel a un añejo estilo peronista en el que todo se cocina con hermetismo.

La presidenta ha buscado afanosamente dividir a los sectores agropecuarios que se cohesionaron –casi obligados- luego de que Martín Loustau hiciera tabla rasa a la hora considerar la variada incidencia del aumento del tributo y violara el principio de proporcionalidad de la base impositiva que todos comparten (quien gana más debe aportar más). Acaso todos los productores argentinos pueden asimilarse a los miembros de la rancia Sociedad Rural que apoyaron en el pasado asonadas y golpes militares?

{niftybox width=220px,background=#F0F0F0,textcolor=maroon,float=left,textalign=justify,border=#458ABD,font=Arial,fontsize=14px,fontweight=bold}Lo más preocupante es la incapacidad kirchnerista para diseñar una política económica que tenga autonomía de las líneas trazadas hace casi un lustro por Roberto Lavagna{/niftybox} La medida fue arbitraria para los pequeños y medianos productores y la mejor forma de reivindicarlos es establecer regímenes diferenciales dando preeminencia a la equidad por sobre la soberbia. Hasta que punto se justifica enfrentar a los argentinos, mantener las medidas y supeditar el diálogo, esgrimiendo el sofisma de que la autoridad gubernamental es intangible aún cuando esté huérfana de razonabilidad?

Al margen de los escarceos que amenazan con traducirse en severo desabastecimiento, quizás lo más preocupante es la incapacidad kirchnerista para diseñar una política económica que tenga autonomía de las líneas trazadas hace casi un lustro por Roberto Lavagna. La inflación sigue descontrolada y es evidente que se apela a equilibrar la balanza financiera con mayor presión tributaria y violencia en el control de precios. No existe un plan para el aprovechamiento eficiente de una coyuntura excepcional para nuestras cosechas. Tampoco existiría el conflicto si los precios en el mercado internacional no estuvieran por las nubes.

Se reabrió el diálogo y es de esperar que al autismo inicial le siga el consenso. Pero no debe desdeñarse el fenómeno social que llevó a la calle a la clase media que, abandonando su indiferencia casi exasperante, supo definir permanencias o continuidades a lo largo de la historia argentina. Este estamento no sólo se llevó puesto a un presidente en el 2001, sino que torció el brazo de Duhalde cuando los niveles de inseguridad y criminalidad se elevaron en el 2003 y ha puesto en jaque a un kirchnerismo que se jactaba de tener una imagen positiva superior al 70% hasta hace menos de un mes.

En Salta, Urtubey prefirió adherir sin reservas a las posiciones de sus mentores políticos, a pesar de que ello importó la pérdida sustancial de un capital político que se diluye sin solución de continuidad por otras desprolijidades de su gabinete ministerial. Ningún funcionario o legislador salteño ha planteado la defensa de la masa coparticipable del Impuesto a las Ganancias que podría disminuirse para Salta en más de $50.000.000 si se mantiene el incremento. Una cuestión federal alevosamente omitida por quienes no tomaron partido y temen las represalias que el kirchnerismo ejecuta contra los díscolos.

La reunión en el Centro Cívico con las entidades agrarias de la provincia ha logrado descomprimir la situación, aunque nada garantiza que las bases no rebalsen conducciones cuestionadas por firmar acuerdos corporativos para integrar el gabinete de un gobernador que no los apoya. Mientras en Tucumán el Ministro de Desarrollo Productivo y el director del ente turístico renunciaron en solidaridad con los productores, los dirigentes locales evadieron estas actitudes coherentes.

El mandatario salteño también ha comenzado a tomar conciencia de la precariedad de las adhesiones ciudadanas y de la necesidad de abandonar las proclamas vacuas para incursionar por decisiones más concretas. A la falta del cambio que vendió en la campaña electoral se sumó ahora la obediencia debida para con una presidenta que ha preferido el “Tren Bala” a la recuperación del “Belgrano Cargas”. La misma que ha castigado a los productores locales que, mayoritariamente, le dieron el voto el pasado 28 de Octubre. Semejante incoherencia puede tener costos impensados.