Los funcionarios públicos de Salta frente a la muerte

La costumbre de que el gobernador y otros cuadros subalternos de la Administración del Estado, publiquen esquelas funerarias para recordar a unos muertos e ignorar a otros, fue inaugurada por el gobierno anterior, al que, como es sabido, no le había sido concedido el don de distinguir entre la esfera pública y la esfera privada. ImageEl gobierno presidido por Juan Manuel Urtubey parece sin embargo inclinado a repetir estas prácticas que, en el fondo, suponen una gran injusticia, cuando no un hábito reñido con la austeridad republicana.

Desde estas páginas hemos insistido, y mucho, en que tanto el gobernador como otros funcionarios, si desean expresar sus condolencias, deben hacerlo a título de simples ciudadanos y no como "gobernador", "intendente", "diputado" o "concejal". Y además, pagar de sus bolsillos la publicación de las esquelas y no "pasarle la cuenta" al Estado.

Insistimos también en que, si a pesar de todo, aún desean "condolerse" a título de funcionarios, las condolencias deben dirigirse a todos los fallecidos en Salta y no a una parte de ellos. De lo contrario, puede inferirse que el Estado (o sus funcionarios) frente a la muerte emiten opiniones encomiásticas en unos casos y en otros no.

Hasta aquí la cuestión teórica, que podrá compartirse o no.

En la práctica, sucede que la mayoría de los funcionarios "condolidos" no dispone de tiempo material para personarse en los mostradores de la "receptoría" de avisos fúnebres, y delega esta triste misión en secretarios y amanuenses.

En algunos casos igualmente tristes, estos ayudantes son los encargados de "captar" los sentimientos de su jefe en relación con un determinado fallecimiento y de redactar por ellos las condolencias.

Un manual de estilo urgente para las esquelas "públicas"


Muchos de los nuevos funcionarios han decidido, por cuestiones de imagen y de razonable intento de diferenciación con el régimen anterior, apartarse de la fórmula betinesca de "elevar plegarias al Altísimo" y andan todavía a la búsqueda de una combinación eficiente que refleje de forma adecuada sus sentimientos.

El gobierno de Urtubey tiene sólo dos caminos al respecto: uno, dictar inmediatamente un decreto prohibiendo que los funcionarios y agentes al servicio del Estado utilicen sus títulos (que no son de ellos, dicho sea de paso) para publicar esquelas fúnebres; otro, dictar unas normas de estilo para homogeneizar, de algún modo, las menciones y poner límites al verbo encendido que normalmente acompaña estas expresiones.

Los cargos públicos, no son -y parece una obviedad recordarlo- títulos de nobleza ni distinguen a unos ciudadanos por encima de otros.

Lo curioso es que mientras los usos normales señalan que si una esquela fúnebre ha de contener "títulos y honores" éstos han de ser los del difunto, en Salta parece que la norma es la inversa, es decir, que los títulos y honores que se citan -y muy abundantemente- son los de los vivos que acuden a lamentar un fallecimiento. Es el mismo fenómeno de las placas de bronce que se cuelgan en Salta, en donde so pretexto de recordar el pasado, se exalta al presente y a sus protagonistas.

Si alguna de estas vías correctoras hubiera entrado en vigor anteayer, seguramente hoy no nos hubiéramos sorprendido con el texto de una esquela publicada por la ministra de Trabajo Nora Giménez que, al parecer, se ha saltado el filtro de la habitualmente correcta y sensata funcionaria.

La esquela en cuestión reza textualmente: "La Sra. Ministro del Ministerio de Trabajo y Previsión Social Sra. Nora del Valle Giménez, el Sr. Secretario de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social Dr. Eduardo Gustavo Costello, el Sr. Subsecretario de Fiscalización Dr. Juan Alberto Sánchez y el personal de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social participan..."

Desconocemos lo que pensarán de esto el "gobernador del Gobierno de Salta" o el "presidente de la Presidencia de la Cámara de Diputados" o el "rector de la Rectoría de la Universidad Católica de Salta" o el "administrador de la Administración Nacional de la Seguridad Social".

Si ya es de mal gusto convertir a una esquela fúnebre en un "aviso clasificado" de la "sección profesionales" (el profesor Dr. Don Agapito Ruiz lamenta el fallecimiento de su amigo y recuerda a sus deudos que, salvo hoy, sigue atendiendo en su consultorio de 5 a 8, Mendoza 654, teléfono 432 2675), mucho más lo es recargar a los funcionarios públicos de títulos y re-títulos como si, de carecer de éstos, aquéllos no existiesen como personas y no tuviesen sentimientos propios y respetables frente a la muerte.