
Cientos de miles de españoles se han apresurado a emitir su voto por correo, para evitar las colas y asegurarse un fin de semana de descanso con menos coches en la carretera.
Millones han seguido por televisión e Internet los dos debates entre los candidatos con más posibilidades de encabezar el futuro gobierno. Debates que según los sondeos han sido ganados por el actual presidente del gobierno y candidato socialista José Luis Rodríguez Zapatero.
Pero a falta de varias horas para el comienzo de la jornada de reflexión del sábado, no es Zapatero la noticia del final de campaña sino su contrincante el derechista Mariano Rajoy, que ha propuesto crear un ministerio de Nuevas Tecnologías.
Al escuchar esta propuesta recordé inmediatamente la oportunidad recientemente perdida por el gobierno de Salta de crear un departamento de Estado específico para impulsar las Nuevas Tecnologías y lo que en España se llama la Sociedad de la Información. Recordé también el caso de Francia, en que la ministra Christine Albanel es, a la vez, ministra de Cultura y de la Comunicación.
Promover el uso de las Nuevas Tecnologías e incorporar sus avances al entramado de relaciones entre los ciudadanos y los poderes públicos es hoy, junto a una defensa racional y razonable del medio ambiente, la mejor política de Derechos Humanos.
Una política que en Salta, si se me permite, me parece hoy más enfocada al pasado que hacia el futuro; y basada en mucha retórica, mucho revisionismo y muy pocos hechos concretos.
El temporal
Todo indica que las elecciones se celebrarán con buen tiempo, pero estos días no lo han tenido bueno en gran parte de España en donde el frío, el viento y la nieve han hecho acto de presencia.
Lo sorprendente es que el ventarrón que ha acompañado el descenso de las temperaturas ha hecho que la energía eólica que genera España se dispare hasta alcanzar el récord histórico de 203.998 MWh. Esta cifra puede que no diga mucho, pero según Red Eléctrica Española representa más de un cuarto de toda la electricidad consumida en el territorio peninsular español.
Quiere decir que una parte importante de la energía que ayer consumió mi casa provino de aquellos modernos "molinos de viento", capaces de satisfacer las necesidades de millones de consumidores de energía sin utilizar combustibles ni emitir gases a la atmósfera.
Otra vez me pregunto si es acertada la apuesta de Salta por la generación térmica y la utilización de gas, y me doy cuenta que al igual que sucede con los Derechos Humanos, lo del "desarrollo sostenible" (sustentable, que se dice en la Argentina) está en Salta en fase de discurso, de declamación, antes que de acción.
Los tiempos del futuro
Salta es una sociedad receptiva a los discursos de cambio pero en la que cuesta tiempo y esfuerzo inyectar ideas nuevas. Hay en Salta determinados sectores intelectuales, políticos y académicos, muy minoritarios, que son capaces de intuir y, a veces, de anticiparse a los cambios. Pero cuando lo hacen, son tachados automáticamente de "extranjerizantes" por las fuerzas de resistencia.
Para muesta basta un botón: Hoy el gobierno habla, con grandes palabras, de fortalecimiento institucional y de calidad democrática, cuando muchos de los que hoy son protagonistas de la vida política en Salta rechazaban con virulencia cualquier forma de "medir" la profundidad, la calidad o la intensidad de nuestra democracia en otros términos y con otros instrumentos que no fuesen el ejercicio del sufragio y la propia periodicidad electoral.
Que conste, que hace por lo menos quince años -y allí están las hemerotecas para probarlo- algunos salteños se animaron a decir que la calidad democrática e institucional de nuestra Provincia era "manifiestamente mejorable" y que la nuestra era una modernidad sólo aparente. Lo anunciaron cuando muchos de los que hoy repiten el discurso oficial en boga se miraban al ombligo, satisfechos -cuando no maravillados- por los malos gobiernos, los malos gobernantes y los malos resultados.