Una patrulla vecinal de barrio Libertad se ufana de golpear a ladrones detenidos

La noticia, recogida por un medio radial de Salta, dice que "un grupo de habitantes del barrio Libertad se organizó como un grupo de autodefensa contra los delincuentes". ImageLos vecinos sostienen que "el mal estado de las calles impide el ingreso de las patrullas" (seguramente se refiere a las patrullas motorizadas, que no son las únicas) y que por tal motivo "custodian las cuadras de sus casas como una especie de grupo comando".

Lo sorprendente de la noticia es que este "grupo comando" afirma que "son los vecinos quienes detienen y golpean al ladrón".

Una integrante de este grupo llamada María Bravo, dijo con soltura a la radio (FM Aries): "Ya hemos agarrado varios delincuentes en tres oportunidades, los atamos, le dimos unos cuantos chirlos y después lo entregamos a la policía".

Loable tarea de este grupo parapolicial, sin dudas, ya que están logrando lo que ni la policía puede hacer: golpear a personas detenidas. Los delincuentes piden a gritos que la Municipalidad arregle las calles de forma urgente, porque prefieren ser detenidos por la policía que, por lo menos, tiene prohibido golpearlos una vez detenidos.

Repárese en la insólita declaración de la audaz María Bravo, porque la secuencia es la siguiente: primero los agarramos, después los atamos, después le damos "unos cuantos chirlos" y al último los entregamos a la policía.

¿Se puede golpear a una persona no sólo ya detenida sino, además, atada? ¿Es ésto natural o deseable?

Si la detención de una persona por un particular, es decir, por alguien no investido de la autoridad de la fuerza pública, es legal, dentro de ciertos límites y esta legalidad está condicionada a la comisión de un delito flagrante, el mal trato posterior a la detención es completamente ilegal.

Si la señora María Pace o el señor Nicolás Juárez Campos (el que se dice empeñado en "volver a poner al hombre en el centro de la Historia"), han leído o escuchado algo acerca del "grupo SWAT" del barrio Libertad, ya deberían estar investigando si detrás de "unos cuantos chirlos" propinados por la valiente María Bravo y sus compañeros de "patrulla" a personas atadas e indefensas no se oculta una intolerable violación de los Derechos Humanos.