Concertación social en España y en Argentina: similitudes y diferencias

Durante la campaña electoral que la llevó a la presidencia, Cristina Fernández de Kirchner expuso – como una de las ideas-fuerza de su discurso – su voluntad de promover una “concertación plural” en Argentina. En España, en el contexto de una grave crisis financiera internacional, aumento de la inflación y sensibles recortes en las previsiones de crecimiento (con el inevitable aumento del desempleo) Rodríguez Zapatero, que afronta unas difíciles elecciones dentro de unos días, se refirió también a la concertación social como una de sus grandes apuestas. Es decir, ambos líderes políticos se refirieron al mismo método para abordar una situación económica y social compleja: el diálogo con los actores sociales para tratar de llegar a acuerdos que puedan traducirse en leyes que aprobará el parlamento, en políticas que consoliden la acción del gobierno y en convenios colectivos que rijan las relaciones laborales entre trabajadores y empresarios. Presidenta Kirchner y sindicalista Hugo MoyanoPero ahí terminan las coincidencias porque a partir de ese anuncio las cosas van por vías diferentes. Rodríguez Zapatero se entrevistó ya – antes de los comicios – con los representantes de las patronales y de los sindicatos y los convocó, si resulta reelecto, “para el día siguiente a las elecciones”. En la entrevista les entregó un documento que lleva por título “El diálogo y la concertación social en la próxima legislatura” donde, partiendo de una balance de la situación, propone cuatro grandes temas para el diálogo:

- El marco general de nuevo modelo de crecimiento.
- Cómo lograr el pleno empleo.
- Las políticas sociales (pensiones, ayuda a la familia, etc.).
- Políticas para el progreso sostenible (medio ambiente, política industrial, política energética).

En el documento – que constituye un esquema básico del proceso y revela que hay una labor de elaboración previa – el candidato se refiere al método de trabajo para que el diálogo sea más eficaz y señala varios puntos relevantes (como el reforzamiento de la inspección de trabajo o la política de inmigración). Dado que en julio de 2004 Zapatero pactó con los mismos interlocutores una amplia agenda de diálogo social que se cumplió escrupulosamente, con toda lógica exhibe la credibilidad que le da ese proceso como una baza de su oferta electoral.

En Argentina las cosas tienen, evidentemente, otro cariz. La actual presidenta no entregó un papel similar ni ha definido hasta ahora en qué consiste exactamente la “concertación plural”. Pese a que ya han transcurrido cuatro meses desde su triunfo electoral y más de dos desde que asumió la alta magistratura, la Sra. Fernández de Kirchner no parece tener prisa. Y tampoco está claro qué se propone hacer: la idea inicial se ha reconducido a una concertación sectorial sobre aspectos determinados del desarrollo argentino (como la industria automovilística), que puede realizar aportaciones de interés....siempre que se concrete en algo. Porque poco se sabe sobre el método de trabajo, los participantes de ese diálogo, los objetivos del mismo y, sobre todo, el contexto general en el que se va a realizar.

El diálogo social en España tiene, como uno de sus componentes esenciales, la lucha contra la inflación y la definición de la política salarial. En Argentina se ha firmado un acuerdo con el sindicato de camioneros para incrementar las retribuciones un 20% mientras que hay gremios que solicitan aumentos de más del 30%.

Es la expresión gráfica de que existe un serio problema inflacionario que no figura con la prioridad que merece en la agenda de la concertación. Y que, por supuesto, es imposible abordar en múltiples negociaciones parciales.

En síntesis, mientras en España hay una idea clara sobre el procedimiento, las participantes y los objetivos del diálogo social, en Argentina esos puntos están, como quien dice, en el aire.

Sería bueno poner manos a la obra trabajando con seriedad y con claridad de miras. A este efecto, basta con recordar que el diálogo social ha supuesto una aportación esencial para el desarrollo social y económico de España, que de ser uno de los países más pobres de Europa ha pasado a superar a Italia en renta per cápita.