¿Hombre de prensa o prensa del hombre?

La tarea de dirigir un medio de actualidad casi inmediata, como lo es el Portal de Noticias de Iruya.com, me pone en contacto diariamente con cientos de "partes de prensa", elaborados en instituciones salteñas muy variadas (oficinas del gobierno, cámaras empresarias, sindicatos, ONGs y grupos de interés). ImageNo es del caso referirme aquí a la calidad de estos partes ni a su eficacia desde el punto de vista comunicacional, sino a una característica compartida por todos ellos, que no por común deja de ser, en cierto modo, preocupante.

Me refiero a la tendencia, cada vez más nítida y menos disimulada, de "hacer prensa del hombre".

Y me apresuro a explicarme: La inmensa mayoría de los despachos y otros recursos de prensa que se generan en Salta no se refieren a la actividad de las instituciones y organizaciones que elaboran estos partes, sino que son, primero, una crónica laudatoria de las personas que mandan, una especie de blog personal y, sólo después, si acaso, un instrumento de comunicación institucional, en el mejor sentido de esta expresión.

Siempre se podrá responder a esta crítica recordando que "el hombre es el motor de la historia" y que, al fin y al cabo, las formas institucionales de que el hombre se ha dotado son meros instrumentos pensados para la felicidad del hombre mismo; pero, si se me permite, este argumento me suena mucho al humanismo rancio que se ha puesto en circulación recientemente desde algún área gubernamental sospechada de sobreideologización.

Una lectura desapasionada de aquellos partes de prensa a los que me refiero hace pensar que quien los redacta, o bien cobra o bien recibe otro tipo de gratificaciones, por la cantidad de veces que menciona el nombre de su jefe en el parte, por las veces que, además de su nombre, cita sus títulos académicos en mayúsculas, o sus frases célebres, y no digamos ya si todo esto va en formato negrita.

Al parecer, todo esto parte de una confusión de roles entre el "comunicador público", que a menudo tiene una responsabilidad social, y el "asesor de imagen", que normalmente no la tiene.

Se trata de una distorsión profesional en la que, normalmente, poco tienen que ver los y las periodistas. La mayor parte de responsabilidad en este "cruce de oficios" la tienen los jefes que los contratan, porque son ellos los que están convencidos de que la comunicación pública, la prensa y los grandes medios, son "el camino" para labrarse una mejor imagen pública.

Soy de los que piensan que la glorificación personal que se persigue obsesivamente a través de operaciones mediáticas, cualquiera sea su alcance o calado, es un arma de doble filo. Los personajes aficionados a "medir" su estatura humana por los centímetros de que disfruta en la prensa, los segundos de radio y televisión o los píxels en la web, independientemente de su valía personal, suelen descuidar lo sustantivo, lo verdaderamente importante, para caer en el vicio de emplear su tiempo en las cosas más pequeñas e intrascendentes.

Los partes de prensa no son la realidad ni son capaces de modificarla. A lo sumo, un buen parte de prensa sólo aspira a reflejar esa realidad del mejor modo posible.

A veces, para alcanzar este objetivo, no es necesario citar nombres, apellidos, títulos o posiciones, sino más bien omitirlos.