
Pocas veces se ha visto en la política salteña una obstinación tan cerrada y una ceguera tan pronunciada como la que destila esta particular campaña.
Porque tras doce años en el gobierno, después de haber reinado sobre vidas y haciendas con la impunidad absoluta de un sultán y de haber acumulado una cantidad de poder y de riqueza personal históricamente inédita para un territorio pobre como Salta, el que se agite el tema de la custodia policial a su domicilio como si se tratara de un gran escándalo de corrupción, o un drama nacional, sólo puede obedecer a dos causas:
1) Que detrás de esta campaña haya una persona definitivamente enceguecida por el odio, que no sólo pretende que cese la custodia policial por razones de igualdad y de austeridad republicana, sino que, en verdad, lo que desea es ver al exgobernador humillado, destruido, despojado de toda influencia y definitivamente liquidado, si no muerto, para la política y para la simple vida civil.
2) Que esta campaña sea sólo una cortina de humo para endilgar a Romero un "defecto menor", como lo sería disponer de una custodia con cargo al Estado, y dejar en segundo plano una enorme cantidad de actos públicos y privados sospechados de corrupción, de amiguismo, de enriquecimientos de dudosa legalidad y de negligencias técnicas e institucionales.
(Una tercera posibilidad, si bien mucho más remota, atribuiría la autoría de la campaña a la sufrida compañera de algún custodio policial, insatisfecho con su trabajo, con la paga o con ambas cosas).
Un gobierno, como el que encabezó Romero, que dedicó sus últimos 45 días a "sembrar de minas" las instituciones y a colocar bombas de relojería en determinadas áreas de la economía, la educación o la justicia de Salta, y que empeñó sus 12 años en confeccionar listas negras y propiciar la "muerte civil" de muchos opositores, merece un juicio mayor de la ciudadanía y no simplemente un cuestionamiento por "disponer de custodia oficial".
Empeñarse en una campaña inútil como esta equivaldría a reivindicar que a los reos de Nuremberg se les hubiera juzgado por no barrer las calles de Berlín en mayo de 1945 y no por los crímenes de guerra que cometieron.