
Por esta razón es que me parecen extravagantes y totalitarias las palabras con que el gobernador de Salta intenta justificar su pretendida "autonomía de pensamiento", en el contexto de la lucha interna partidaria en la que se halla embarcado, y más concretamente aquellos juicios que sostienen que "nosotros ya nacimos plurales, estamos formateados en una sociedad distinta".
Comportaría una obviedad recordar aquí que sólo pueden tener "formato" ciertos objetos tangibles, como por ejemplo los libros, y que algunos objetos, como determinados dispositivos informáticos, pueden tener un "doble formato", uno físico (visible) y otro lógico (invisible). Las personas, afortunadamente, no tenemos "formato", ni llegamos a tenerlo aun en los más delirantes sueños del Doctor Mengele.
Pero la palabra "formato", aplicada a los seres humanos no se limita a ser algo extravagante, pues su significado no es neutro ni mucho menos. Además de la apariencia física general de un objeto (típicamente un libro, una revista, un periódico), y de sus conocidos significados informáticos, la palabra formato alude a una organización, un plan, un estilo o un tipo de algo.
Entonces, cuando el gobernador de Salta pretende llamarnos la atención sobre que los de su generación "están formateados" en una sociedad distinta, nos está diciendo sólo tres cosas posibles:
1. Que los de su generación poseen una apariencia física general diferente y homogénea;
2. Que han sido "pasados" por un dispositivo que les ha impreso un "formato lógico" homogéneo y reconocible (una forma de pensar y actuar determinadas);
3. Que son parte de una organización o un plan predeterminado.
Las tres posibilidades, en tanto y cuanto anulan la autonomía individual, suponen una interpretación totalitaria de la estructuración de las sociedades, aneja a una idea meramente instrumental del ser humano.
Esta peligrosa idea conduce a pensar que los seres humanos "formateados" pueden ser "reformateados" a voluntad para servir a una organización, seguir un plan o concretar una idea preconcebida por otros. La idea de "formato" que sustenta el gobernador de Salta está emparentada, si acaso remotamente, con la organización de los campos de concentración de la II Guerra Mundial, en donde las víctimas estaban numeradas y eran considerados objetos homogéneos de un macabro plan predeterminado.
No niego que el señor Urtubey haya podido ser "formateado" por alguien (a saber dónde le colocarían las pilas y el cable USB). Lo que niego es que la inmensa mayoría de los ciudadanos, por el hecho de vivir en una sociedad más abierta y más plural, respondan a un "formato", abierto o propietario, de cualquier naturaleza. En una sociedad sana, los individuos nacen, crecen y se reproducen al abrigo del amor y del cariño que proporcionan las familias. Sólo aquellas familias que han descreído siempre de la autonomía de sus individuos pueden tener alguna tendencia a "formatear" a sus miembros en una dirección determinada.
La expansión de la libertad, de la tolerancia y del pluralismo no producen ciudadanos formateados sino, más bien, todo lo contrario, es decir, ciudadanos cada vez más libres, más impredecibles, menos reconducibles a un patrón homogéneo de pensamiento. La idea de un ejército de personas formateadas alrededor de una sola idea es simplemente un sueño totalitario del gobernador, a menos que lo aclare, porque simplemente se puede tratar de una estúpida y oportunista cibernetización del lenguaje político y social.