El Secretario de Abordaje Territorial de Salta desprecia 'lo político' e insulta a la Política

El gobierno de Salta se ha convertido, por fin, en ese tan grande como inverosímil "Zoológico de Flora y Fauna" con que alguna vez soñara el candidato a diputado señor Godoy. Debemos admitir que era difícil de concretar la idea de un zoológico en que las plantas hicieran las veces de fieras, pero como las buenas ideas nunca perecen, el Supremo Arquitecto le ha dicho al eterno diputado: "Dalo por hecho, hijito", y acto seguido, después de pronunciar algunas palabras mágicas ininteligibles, convirtió su administración en el tan añorado zoológico polivalente. Marinaro no Rodó, por el momentoDentro de la parte estrictamente dedicada a la fauna, siempre me ha llamado la atención la penosa tarea que le toca realizar al señor Secretario de Abordaje Territorial, no sólo por la aguda imbecilidad del nombre que lleva la respetable repartición que dirige, sino porque creo que estamos en presencia de uno de los funcionarios menos competentes de todo el gobierno; del más inclinado a transitar por el filo de la cornisa dialéctica, un juego para el que no se le ve especialmente preparado, cuando no del que mayores y más sinceros esfuerzos hace por ganarse un merecido decreto de cese.

Durante las últimas horas, el señor Secretario de Abordaje Territorial de la Provincia de Salta ha tenido que salir al ruedo mediático para torear un toro bastante bravo: setenta mujeres que malviven en el asentamiento Atocha II se han instalado en los despachos oficiales de la calle Pedernera para pedirle al secretario que les provea de materiales de construcción para levantar, no digamos ya unas mansiones, sino las más humildes de las infraviviendas que se conozcan.

Es bastante conocida la capacidad reivindicativa de las mujeres salteñas, a las que muchas veces es difícil conformar con un no por respuesta. Así que me imagino que el señor Secretario de Abordaje Territorial no debe estar ahora mismo frente a un solitario toro bravo, sino que debe lidiar con toda una manada de señoras "bravazas". Lo compadezco.

Lo que realmente no tiene perdón y sólo agrega centímetros de profundidad a la ya cabedora fosa que el señor secretario ha venido cavando pacientemente para caer allí mismo fulminado cuando su jefe decida no aplaudir más sus errores, son las declaraciones por las que este señor se ha negado a complacer a las bravas damas del asentamiento, esto es, los motivos por los que ha justificado su negativa a darles chapas, bloques, cartones, culos de botella, y latas de aceite Cocinero aplanadas.

Ha dicho el señor secretario: "El reclamo de estos vecinos de Atocha es político y es motivado por la concejal Cristina Foffani".

No quiero extenderme mucho en analizar este precario discurso, pero de él surgen con claridad dos elementos que -según el secretario- convierten no sólo en ilegítimo el pedido de las vecinas de Atocha II, sino en auténticamente satánico e inmoral.

¿Qué es esto de andar haciendo "reclamos políticos"? No debe haber ordinariez más vulgar que ésta. Es mejor traficar influencias. El gobierno no está para escuchar, y menos para atender o satisfacer "reclamos políticos". ¡Para eso están los políticos, señores! Búsquese usted el político "más cercano a su domicilio" y vea cómo pueda solucionar las cosas. O acuda a la Cruz Roja.

Los del gobierno -especialmente los de Abordaje Territorial- no están para atender reclamos políticos porque ellos ejercen de arquitectos de las "políticas de Estado", de supremos ejecutores del consenso universal. Todo lo que venga de cara, bien y vamos para adelante. Pero si viene de culo (y perdón por la expresión), que se encarguen otros. Nosotros estamos para hacer la nuestra, piensan los más eximios burócratas de la precaria administración del señor Urtubey, a los que se les da razonablemente mal el arte de gestionar, pero son absolutamente nulos en el arte de la esgrima política.

Si aligeramos estas palabras de su casi inevitable carga de ironía, sólo queda por decir que si no es el gobierno quien haya de recibir "reclamos políticos", en nuestro sistema no existe ninguna institución que haya sido específicamente diseñada para esta tarea. Ninguna, salvo el gobierno, claro.

Sorprende también el uso peyorativo del adjetivo "político". Si la petición de unos ciudadanos es "política" no debe ser atendida ni satisfecha; como si el ser "política" la descalificara absolutamente, y como si la política fuese en sí misma una actividad perversa que ejercen seres que sólo tienen intenciones abyectas y retorcidas.

Me permito discrepar con este enfoque cavernario del señor Secretario de Abordaje Territorial y recordarle que la petición "política" es la forma más civilizada y correcta de exteriorizar las necesidades sociales, antes, durante y después de las elecciones. Y recordarle también que, aunque fuese "política", en el sentido que él desprecia, y detrás de ella estuviese el mismísimo Satanás o su encarnación política en la Tierra buscando votos para su partido, su obligación es atender el problema y resolverlo.

Porque si lo ha hecho antes, sirviendo a los intereses "políticos" (no los de la perversa oposición sino los del benemérito gobierno); es decir, si ha entregado antes chapas, bloques y colchones para que votaran a sus candidatos, debe hacerlo igualmente ahora, aunque quienes se beneficien de aquella ayuda tan primitiva y degradante, luego resuelvan votar al Partido Obrero y la concejal Foffani. O los moradores de los asentamientos tienen los mismos derechos frente a la Administración, cualquiera sea el partido político que los motorice, o el gobierno manipula e instrumentaliza su oficina de atender a los pobres de acuerdo a sus preferencias ideológicas.

Que sea valiente el señor secretario y admita que no quiere entregar las chapas que se le piden porque no ve con buenos ojos que "rédito político" se lo lleven el Partido Obrero y la señora concejal Foffani.

Por cierto, ninguna culpa tiene la concejal Foffani, como tampoco la tienen Gaby ni Miliki. Al contrario, se le debe reconocer a la concejal el mérito de haber sabido encauzar una necesidad social a través de canales genuinamente políticos. No es culpa de ella que el zoológico gubernamental esté atiborrado de fieras salvajes que consideran a "lo político" como un insulto a su exquisita inteligencia.

Una inteligencia que, como todos sabemos, es "casi humana".