
Sería reiterativo hacer un listado, el cual podría ser interminable, de acciones cercanas al autoritarismo y con resultados totalitarios en cuanto a lo político y práctico de este gobierno.
Es más sencillo describir los modos, las formas y la actitud permanente con la que gobernó: politizó lo económico y social; ideologizó lo político e histórico; dividió por todo por dos; planteó nosotros o ellos y finalmente la mayoría de los ciudadanos no los eligió.
Así se podría resumir en unas pocas frases los indescriptibles momentos que vivió la sociedad argentina, en particular en estos dos últimos años, y hasta el día de hoy. Pero pese a que la ciudadanía se expresó, pese a que el mapa político cambió y pese a que la mayoría le dijo que no a este modelo y a esta forma de gobernar, para sentir la democracia, falta.
Pero lo que más falta, es aceptar lo que realmente falta.
Siguen sobrando los votos por personas y no por proyectos, ideas y partidos. Sin dudarlo, sobran Partidos Políticos y faltan Partidos con Políticas. Sobran militantes políticos y falta Militancia
Política. Sobran millones gastados en campaña y faltan millones invertidos en responsabilidad social. Sobran discursos y faltan propuestas. Sobran trampas y falta decencia. Sobran candidatos y faltan políticos y por último hoy sobran mezquindades, individualidades y narcisismos y faltan proyectos y consensos.
También así se podría sintetizar los que nos falta para sentirnos democráticos.
Desde la Grecia antigua hasta la actualidad, la democracia es un concepto que ha evolucionado y retrocedido, pero siempre fue dinámico. Hay países como los centrales donde este concepto se nutre o se empobrece, con accesorios como: hegemonía internacional, militarismo, dominación, poder en el concierto de naciones y hasta carrera espacial; y en función de eso, más lo democrático, la gente elige.
Por estas tierras es bastante más modesto y la democracia como la ven los ciudadanos, apenas si pretende algo parecido a una vida normal. Pero lo que a veces no se advierte es que en realidad hay dos tendencias democráticas.
Una es la democracia cívica, que la mayoría de las veces sólo está presente en el discurso, y otra la democracia mercantilista y de conveniencia, que es en función, de la que en realidad se vota.
Así es que la sociedad es capaz de perdonarle cualquier abuso, actitud y gestión a un gobierno, siempre y cuando la economía funcione más o menos bien. Pasó con cada gobierno y con cada gobernante; apoyo y luego rechazo; amor y odio; voto y no voto; pasión y pasión.
Cualquier sociedad democrática y civilizada del mundo, sin duda hubiera salido a las calles a reclamar ahorros confiscados o planes sociales suspendidos. Pero si es realmente democrática también hubiera salido con la misma fuerza a repudiar una Ley de superpoderes, a las candidaturas testimoniales o a que a 2 mil aborígenes de Formosa les retuvieron sus DNI antes de la elección.
Sin duda la democracia es un ejercicio, un derecho y un aprendizaje continuo, que en casí 200 años sólo pudimos practicar menos de 70 y en un modo interrumpido.
Veintiséis años pueden no ser nada para una nación, pero para los ciudadanos, son la infancia, la juventud, la adultez, la vida y la muerte, por eso no podemos esperar más para aprender.
De las voces que sonaron hoy luego de la elección, estuvieron los que ganaron, los que ganaron perdiendo y los que definitivamente perdieron, pero pocos hablaron de trabajo conjunto, de medidas urgentes, de sinceramientos profundos, de emergencia inminente y en suma de lo que le pasa a la gente. Todos hablaron de un logro o de un poco reconocido fracaso, que tanto uno como otro, se va a hacer realidad recién el 10 de diciembre.
El acto electoral, y el acto electoral mediático, se lo comieron todo. A la mortalidad infantil, la pobreza, a la indigencia, a los infectados y víctimas de la gripe A, a la emergencia sanitaria, al cierre y paralización de actividades educativas y comerciales, a la Ministro de Salud (Moyano festeja), quizá a varios ministros o funcionarios más, al conflicto con el campo, a la industria parada, a la crisis económica, a la verdad y quizá también a parte de la democracia.
Ahora, ¿Realmente seremos democráticos?, eso es subjetivo y cada cual se lo puede cuestionar por si solo.
Pero, ¿tenemos un gobierno democrático?, el significado etimológico, demos, pueblo; kratos, poder, o sea el poder del pueblo según los antiguos Griegos, por el momento sólo se hace presente el día de los comicios, todos los demás días del seguimos teniendo: un gobierno democrático argentino.