
Quizá sin querer nos encontramos con uno de las primeras causales de nuestra falta absoluta de Identidad Social Nacional. El mayor y más abarcativo medio de comunicación masiva, como es la televisión, reproduce continuamente lo que ocurre en Buenos Aires hacía el interior del país. Pero en dirección inversa sólo llega lo que los gerentes de contenidos consideran.
Aquel viejo refrán que dice Dios está en todas partes pero atiende en Buenos Aires bien podría cambiarse hoy por sale por la TV de Buenos Aires. Está campaña electoral ha demostrado hasta el momento el poder que tiene, o no, la presencia en televisión de los candidatos a legisladores.
Por ejemplo, un grupo de estudiantes universitarios de comunicaciones, la semana pasada salió a hacer una encuesta entre jóvenes. En ella consultaban, primero en forma oral y luego con fotografías, sobre los tres principales candidatos a diputados por la Provincia de Buenos Aires.
Sin considerar condición social, estudios y otros factores de los encuestados, tan solo se intentó conocer que información tenían los jóvenes. Entonces les mencionaron en este orden: a Stolbizer, De Narváez y Kirchner.
A Margarita Stolbizer ninguno la conocía por su nombre, en cambio algunos la reconocieron cuando se les mostró su foto. A Francisco De Narváez la mayoría lo reconocieron e incluso respondieron con algunos de sus slogans de campaña, como me ayudas ayúdate . Con respecto a Néstor Kirchner obviamente todos lo conocían (para bien o para mal).
Esto nos da un resultado preocupante, por que un diputado como De Narváez que no asistió, según mesa de entradas y actas del Congreso, a un 72% de las sesiones legislativas y que ahora se postula a renovar esa misma banca, es mucho más popular y reconocido por los jóvenes ciudadanos que una legisladora que protagonizó varios de los más importantes debates de los principales proyectos votados en el último período y que además fue la principal denunciante de complejos mecanismos ilícitos de la administración central.
¿Cuál fue el merito de De Narváez, aparte de estar en la televisión, para que la mayoría lo conozca? Y ¿Qué debió hacer Stolbizer, además de ser una dedicada legisladora, para que los jóvenes sepan de ella?
Estos serían muy buenos temas para un debate que de seguro no sucederá, por el absoluto desprecio y temor que muestra Néstor Kirchner para medirse con sus pares, de la Provincia de Buenos Aires.
En está columna tratamos de analizar la base comunicaciónal y cómo ella afecta las imágenes y los criterios formados de los candidatos. La Ley de Medios Audiovisuales, que es de esperar se trate a partir del 10 de diciembre, cuando el Congreso esté conformado por los legisladores elegidos por la gente (y no antes).
Debe corregir el real federalismo en las comunicaciones, y así como la gente del interior no debería estar obligada, por la repetidoras, a ver un debate de una región que no es la propia, a la vez la gente de Buenos Aires, sí le interesa, pueda ver y conocer los contenidos de los canales del resto del país, al menos a través del cable.
Sin duda, y esto no es un descubrimiento, todo el país vive según las reglas electorales que fija el área metropolitana y el conurbano bonaerense, por ser el mayor del padrón nacional.
Por eso quizá federalizar las comunicaciones, signifique que la gente que vive en estos conglomerados, vea a través del medio que más condiciona sus decisiones, el efecto que produce en todo el resto del país con esas decisiones.
Con respecto al debate capital, para quienes los vieron, es probable que por momentos les haya parecido un continuo cruce de ofensas, con pocas propuestas. Pero realmente no importa, lo que sí es vital es que hubo debate.
Quizá cuando finalizó, se sintió la sensación de que sólo nos quedaba votar al menos malo y eso no está tan mal, por que hubiera sido peor no tener ninguna referencia de contraste entre los candidatos.
Hoy los spots publicitarios de los partidos políticos y sus candidatos nos inundan. Todos son buenos, lindos, amigables, iluminados y tienen la solución. En todos no dejan de mostrar, sus planes, sus propuestas o de hablar del modelo. Pero cuando se cruzan en un debate, esas realidades que pretenden vender se desintegran.
Por eso es tan importante que debatan, aunque sea caótico, conflictivo y luego decepcionen. Es mejor haberlos escuchado frente a frente, que quedarse con una única versión.
Desde aquel histórico debate por el sí o el no en la cuestión limítrofe del Canal de Beagle, hasta hoy, sólo se repitió en forma ininterrumpida el de la Capital Federal. Mientras que varios debates presidenciales y por la gobernación bonaerense, se dejaron sillas vacías.
Pero en la capital nacional el debate político de los candidatos, se convirtió en algo habitual y necesario.
Es más, sería impensado para un votante del distrito capitalino, que cada campaña electoral no sucediera. Como también sería un suicidio político, que un candidato se negará a debatir.
Entonces me pregunto, ¿Son menos ciudadanos los de otros distritos? ¿Son menos capaces sus políticos? Dicen que el que tiene más posibilidades de ganar, sí debate, es posible que pierda. Sí así fuera es porque no está diciendo toda la verdad. Por eso para elegir, para votar y para estar conforme con su acto cívico, exija el debate.
Por que así como hoy sabemos, que Dios está y tiene la obligación de atender en todas partes, aunque la televisión nos diga otra cosa. También hay que decirle a los políticos, funcionarios y a los partidos políticos, que no tienen la vaca atada y que todos, los de la Capital y los del interior, somos ciudadanos.