Elementos para el estudio del sectarismo político en Salta

El sectarismo político -uno de los males endémicos de las democracias pobres en contenidos- puede ser definido como el conjunto de prácticas discriminatorias, intolerantes y de odio, a las que recurren ciertos grupos que actúan bajo la convicción de que su propia salvación, o el éxito de sus objetivos, dependen de una agresiva búsqueda de conversos en el seno de otros grupos de fieles de una determinada facción y de la purga rigurosa de sus opositores internos. Desde este punto de vista, el sectarismo representa el contravalor del pluralismo político, entendido éste, a su vez, como la doctrina que propugna la libre asociación de los ciudadanos y de los grupos políticos, la tolerancia de los diferentes pensamientos y la coexistencia de todos ellos como la piedra angular para el éxito de la interacción humana pacífica. Sectarismo político en Oriente PróximoDurante la segunda mitad del siglo pasado, el auge de los grandes partidos políticos de masas y la emergencia de una línea de pensamiento proclive a reproducir, hacia el interior de los partidos, formas organizativas propias del mundo castrense, determinó la necesidad de crear los llamados "cuadros políticos", esto es, una franja de adeptos "ilustrados" interpuesta entre la cúpula y la base, que sirviera como nexo y puente de comunicación entre ellas, tal como sucede en el mundo militar con la oficialidad, intercalada entre los generales y su tropa.

Una de las tesis provisionales de este brevísimo escrito es que este agitado proceso de formación de cuadros, en conexión con la restricción de las libertades impuesta por las sucesivas dictaduras militares, favoreció la emergencia y difusión de comportamientos sectarios en algunos grupos de "cuadros", que, en el caso de Salta, llegaron a tener y tienen aún, un alto nivel de protagonismo en las decisiones públicas colectivas.

Muchas sectas políticas se organizaron en Salta desde 1960 en adelante; la mayoría de ellas tuvo una vida efímera y apenas demostró capacidad de influir sobre el poder, sobre su estructura, su configuración y su ejercicio.

No es mi propósito adentrarme en el estudio de la historia de estas sectas. Sólo me interesa referirme aquí a la existencia, probablemente encadenada, de tres grupos con características marcadamente sectarias que han determinado, cada uno a su modo, la vida interna del Partido Justicialista de Salta y que han tenido y tienen todavía una gran influencia sobre los procesos políticos en nuestra Provincia.

Son ellos, por orden de aparición:

1. El grupo Reconquista
2. El grupo Horizontes, S.A.
3. El grupo Escuela de Administración Pública de Salta

Cada uno de estos grupos posee un perfil sociológico específico que no pretendo analizar aquí. Lo importante es que representan tres corrientes que contribuyeron, con diferentes argumentos y estrategias (así como con muy diverso nivel de éxito) a la modernización del pensamiento y de la acción política en Salta.

Los tres grupos tienen en común, sin embargo, el haberse erigido, en algún momento de su historia, en obstáculos para la gobernabilidad de la Provincia y para la concordia de los ciudadanos, cuando no en fuerzas regresivas o involucionistas que emplearon (o aún emplean) su capacidad de bloqueo para impedir la difusión de nuevas ideas y para entorpecer la coexistencia pacífica de los grupos políticos libres de base plural.

Los tres grupos tienen en común, además:

a) haber nacido como grupos abiertos y transparentes;
b) haber evolucionado posteriormente hacia el sectarismo;
c) haber operado en política enmascarando su naturaleza sectaria, es decir, negándola de modo más o menos enfático;
d) haberse nutrido de recursos humanos foráneos de dudosa calidad;
e) haber insinuado mucho más en el plano teórico de lo que han podido concretar en la realidad, a lo largo de su historia.

La finalidad de este artículo se agota con esta breve exposición. Pienso, no obstante, que un estudio serio, metódico y profundo del sectarismo político en Salta puede contribuir a arrojar luz sobre muchos de los males que aquejan a nuestra endeble democracia. La existencia de estos tres grupos, su ascensión, su auge y su fracaso, señalan conductas a evitar por quienes desean construir en Salta una auténtica democracia pluralista.

Sólo me queda expresar el deseo de que aquellos intelectuales que tienen la capacidad necesaria para hacerlo, acometan algún día la tarea de desentrañar con paciencia el complejo entramado de causas que han convertido al sistema político salteño en un ente amorfo, difícilmente homologable con las modernas democracias de nuestro entorno.