Ciudadanos testimoniales

¿Qué puede hacer un solo hombre?

Bueno, se puede recordar que un solo hombre, y del modo más pacifico jamás conocido, consiguió la independencia de la India. También que un joven estudiante solo, detuvo tanques de guerra en una manifestación. Hubo otros que solos también consiguieron grandes hallazgos y descubrimientos. Y otros, repudiables, pero que no los debemos olvidar, que solos provocaron los mayores genocidios de la historia. Scioli, gobernador de Buenos AiresA estos hombres se los veía solos, haciendo y tomando decisiones, pero en realidad no lo estaban. Eran los emergentes, los líderes de un tejido social, nacional, político y hasta cultural. Muchos avalaron a estos hombres, los siguieron, lucharon con ellos y para bien o para mal les creyeron.

Hoy la historia y la experiencia acumulada nos indica, que pese a haber tenido algún éxito o todo el éxito inicial, esos hombres no siempre fracasaron ellos, pero a veces, sí hicieron fracasar a todos los demás. En la actualidad no hay emprendimiento, objetivo o fin que se pueda lograr, depositando la esperanza en un solo hombre. Y todas y cada una de las situaciones, aun de la vida cotidiana, precisa de la voluntad y el trabajo conjunto.

Lo podemos ver en la casi extinta familia tradicional, en donde no hay un jefe visible y, en general, de la pareja, los dos trabajan. Y aclarando que al término Hombre lo usamos de modo genérico, en algunos casos tienen mayores posibilidades de inserción las mujeres y trabajan más. Pero más allá de la carga que cada cual soporte, para que esa mínima célula social tenga éxito, todos los integrantes deben aportar lo suyo al equipo.

Si pensamos en la empresa, esta es otra institución que para sobrevivir y mejorar, ha descartado los verticalismos, los personalismos y el depositar la decisión y el rumbo del conjunto en una sola persona. Para de este modo, trabajar en grupos, que se dividen tareas, partes del todo y donde el secreto es la comunicación entre los diferentes agrupamientos.

Es lógico que como en todo grupo no sólo humano si no viviente, van a surgir líderes naturales; hasta en el reino animal sucede. Pero en los armados inteligentes, esos liderazgos son los que interactúan y sostienen a los grupos de trabajo.

Seguramente al pensarlo, todos están de acuerdo con estos conceptos, por demás básicos. Y a la vez todos están seguros, de que a ninguna persona se le puede cargar con la responsabilidad de llevar adelante un proyecto sola. Y mucho menos creerle si dice poder hacerlo.

Si esto es un pensamiento compartido mayoritariamente, por qué a la hora de elegir quién va a gobernar la nación, se cree en una persona, en un nombre, en una única idea. ¿Por qué?

Sin duda y a riesgo de parecer contradictorio, el Estado Nacional, es la más perfecta organización de trabajo conjunto, aun los de características presidencialistas. Por que si bien todo empieza (o termina) en el Presidente de la República, este a su vez tiene un Gabinete de Ministros (líderes de cohesión de diferentes grupos) y además otros dos poderes, como son el Legislativo, con dos Cámaras: Diputados y Senadores, que lo proveen de las leyes para funcionar y el Judicial con La Corte suprema y todos los diferentes Juzgados, que cuidan del cumplimiento de esa legislación.

Pero para que su funcionamiento sea tan perfecto como su diseño, se debería cumplir con varias condiciones como: la división e independencia de los tres poderes por ejemplo, luego con el estímulo a los correspondientes liderazgos en cada área que representa cada uno de los ministros, interactuando con los diferentes grupos para optimizar la gestión.

También debería existir un trabajo con la vista puesta en la sociedad y el bien común por parte de los legisladores, produciendo y votando leyes en ese sentido y no a conveniencia del Ejecutivo o de otros intereses. Y por último una fluida comunicación entre Presidente y Vice, ya que éste es el nexo con el Parlamento.

¿Entonces, se empieza a comprender por qué a los gobiernos argentinos les va (nos va) tan mal?.

Sí, porque sencillamente estas condiciones, que no son más que ser un país representativo, republicano y federal, no se cumplen. No lo cumplen los que gobiernan y lo permiten los gobernados.

Es real que muchas veces en la historia el Gabinete de Ministros se pareció más a una reunión de empresarios amigos que a un grupo de funcionarios públicos con el objetivo de gestionar obras de bien común. Pero en los últimos seis años, ni siquiera eso existió, y los ministros, sin ninguna autonomía propia, fueron tan sólo repetidores del discurso oficial, aunque fuera irrepetible.

Con los legisladores oficialistas, que por otra parte hasta el momento tienen quórum y mayoría, no es diferente. Aceptan sin evaluación propia cualquier proyecto que les imponga el Ejecutivo y lo defienden.

Ese casi perfecto sistema de gobierno que eligieron nuestros gestores para ser Nación, que lo termina de perfeccionar el hecho fundamental, de que los ciudadanos eligen a los que ocuparan el poder. En estos últimos años se ha reducido a lo que en el medio político y de las comunicaciones se lo llama “Mesa Chica”

Como alguna vez dijo el ex presidente a poco de las elecciones del 2007: “el próximo presidente será Pingüino o Pingüina…”. Sin consensos, sin reuniones partidarias, sin elecciones internas, así fue.

También como lo demostró luego Martín Lousteau, el ex ministro de economía, con su frase para describir al gobierno, diciendo: “…toman todas las decisiones trascendentales, en Olivos, los dos solos, a lo sumo consultan algún cercano y lo hacen en 15 o 20 minutos”… (Y así sucedía, que había Ministros que se enteraban por la televisión, de las decisiones de gobierno, aun de sus propias áreas.

Así las formas y los modos de gobernar, se reproducen desde el más alto nivel y hasta el más pequeño pueblo. Por cooptación o por presiones todos se alinean (o se alineaban) en armonía, al mandato del Ejecutivo.

Las provincias, en particular las pobres de recursos, han sido las más perjudicadas por estas formas. Por que la coparticipación pasó desde los primeros años de la democracia, del 56% a hoy apenas un 24%.

Circunstancias como éstas, indefectiblemente, crean dependencia del poder central y esto a su vez se repite en los municipios.

Por eso de este modo, ¿Cómo le puede ir bien a una Nación?

Entre las manipulaciones de la ley electoral y de sus límites. Con las increíbles candidaturas testimoniales, las renuncias anticipadas, las renovaciones insólitas y las listas colectoras por una parte. Y por la otra, los medios de comunicación, que en lugar de tener una actitud crítica o analítica, son oficialistas u opositores. Y para completarla un programa caricaturesco, con clones de los políticos, que aveces reflejan más la realidad que ellos mismos, aunque a conveniencia de quien escribe el guión. Es natural que la ciudadanía, no tenga una idea acabada – hay quienes no tienen la menor idea- de que y a quien votar.

Quizá luego de esta reflexión, seguramente algunos encontraron alguna pista de a quien votar, en realidad no era la intención. Lo que si intentamos es descubrir situaciones, que por cotidianas aveces no diferenciamos y que hacen en realidad a: qué votar para vivir mejor.

Si ese candidato que a veces tanto critica, promete y asusta, entre las miles de palabras inútiles, pronuncia frases como:

-Eliminar los súper poderes en la figura del Jefe de Gabinete, replantear con mayoría opositora el Consejo de la Magistratura y la AGN, crear un seguro digno y universal para los millones de niños y jóvenes que hoy están olvidados y a la vez eliminar los Planes Sociales cllientelistas, poner a consideración legislativa el Plan Energético que proponen los siete ex ministros y cientos de expertos, replantear las explotaciones de recursos naturales como minería y pesca y a la vez crear una verdadera y abarcativa Ley Agro- pecuaria, creando fuertes incentivos a las actividades en baja, poner en marcha la Ley de protección a Los Glaciares, crear lineas de créditos “reales” a Pymes y pequeños y medianos productores” y sincerar los índices; salvando que ese candidato le este mintiendo, votándolo, está en el camino correcto.

Estos son sólo algunos de los temas y las problemáticas, que hoy deberían ser “políticas de Estado”, sin importar que partido gobierne, pero sin duda hay muchas más que se reproducen en cada región o provincia.

Pero si usted vota un Nombre, un Hombre, una cara en un afiche, un corto publicitario, un malo conocido, un bueno por conocer, el menos malo, el menos corrupto, por castigo o por premio y no les exige aunque sea alguno de esos puntos; entonces no se queje de todos los males del país.

Y no se olvide que hay una enorme diferencia entre ser “habitante” de un país y ser “Ciudadano”, por que muchas de las grandes miserias de la Nación son producto de la falta de exigencia y participación ciudadana.

Que en estás elecciones los primeros “testimoniales” no seamos justamente los ciudadanos.