Otra vez el mismo juego

En las elecciones de 2007 el 92 % de los salteños votó a un candidato peronista para la categoría de Gobernador. El 2%, al candidato del Partido Obrero. Urtubey y Zottos, triunfantes en 2007El dato impone algunas reflexiones a los salteños que no somos ni peronistas ni trotskistas revolucionarios. Probablemente en la calle sumamos algo más que el 6% que nos dejaron las urnas.
 
El justicialismo ha demostrado tener una lógica interna de hierro, acuñada en una frase que ya es leit motiv: “el que pierde acompaña”. Sea por disciplina partidaria, sea por lealtad al movimiento, sea por cualquier otro motivo, lo cierto es que, efectivamente, en el peronismo la tropa del que pierde acompaña al que ganó.
 
Se trata de un principio loable para el día después de una interna. Aplicado a una elección general, en cambio, significa sencillamente que quien perdió no representará una diferencia respecto de quien ganó, que es justamente lo que votaron sus electores.
 
Dos ejemplos recientes:
 
En 2003 dos peronistas disputaron la punta de las elecciones presidenciales. Como se bajó Menem, ganó el que había salido segundo - Kirchner - con un magro 22 %. Pasaron pocos meses y en el Congreso el peronismo que había sido abrumadoramente neoliberal, pasó a ser un peronismo estatista y setentista. Como resultado, el Menem omnipotente fue imitado y superado por el Kirchner omnipotente y prepotente.
 
En 2007, en Salta, un peronismo habló de cambio y otro de continuidad. Terminadas las elecciones, los “continuadores” que perdieron se volvieron “cambiadores” en muy poco tiempo. Paradójicamente todo siguió igual, salvo una cosa: en la Legislatura, la oposición quedó reducida a menos del 5 % de los legisladores.
 
Si estamos de acuerdo en que no es buena la existencia de esas mayorías parlamentarias abrumadoras, que imposibilitan el control y anulan el debate, quienes no somos peronistas deberíamos cuidarnos mucho de caer de nuevo en las redes de una interna ajena.
 
Sobre todo en una interna que no es tal.
 
Las dos fracciones del peronismo que hoy se muestran enfrentadas tienen un denominador común: Juan Carlos Romero. Si alguien pudo dudarlo en 2007, cuando salía por fuera Urtubey, no puede hacerlo ahora que sale por fuera Wayar. Si alguien no creía en la existencia de un acuerdo Romero-Urtubey, Yarade es la prueba definitiva, certificada además por la compañía de Eduardo Romero.
 
Wayar es un hombre inteligente y con años de política. O sea que sabe. Sin embargo acepta ir por fuera con el Peronismo Federal, precisamente liderado por Romero. Sólo dos opciones caben: que haya decidido posponer el orgullo, o que sea parte conciente de una nueva jugada para acaparar las elecciones generales.
 
Que esto último no nos suceda de nuevo depende principalmente de nosotros, los que no somos peronistas, hagamos o no política activa.
 
Quienes no hacen política deberían hacer el esfuerzo de reflexión necesario para no ser atrapados en una disyuntiva ficticia, que ha sido planteada por el peronismo para polarizar nuevamente las elecciones entre dos sectores propios.
 
Quienes sí estamos participando activamente debemos trabajar con esmero en conservar y profundizar la propuesta política concertada que hemos logrado, demostrando día a día que tiene contenido real. Sólo de esa manera será aceptada por la sociedad como una verdadera alternativa al justicialismo y estaremos en condiciones de hacer un bien perdurable a nuestra Provincia.