
De un tiempo a esta parte se necesita "algo más" que una buena oratoria y una mínima capacidad jurídica para tener éxito en los hemiciclos. Hace falta que el legislador suscriba proyectos y proyectos como expresión testimonial de sus deseos para la sociedad del porvenir.
No importa si los proyectos resultan aprobados o no; no importa qué capacidad de influencia política haya alcanzado el legislador entre sus pares, no importa la dimensión intelectual que posea, ni su vocación de transformación social. Lo auténticamente importante son los centímetros que ocupa su pluma en los diarios de sesiones y otras publicaciones parlamentarias. Da casi igual que se trate de iniciativas social y políticamente trascendentes como que esos centímetros sean el resultado de su vocación por el llamado "parlamentarismo basura".
En esta línea, me ha sorprendido de forma muy particular, la iniciativa del ingeniero José Antonio Vilariño, diputado nacional kirchnerista por la Provincia de Salta, autor de un proyecto de declaración (N 1402-D-2008) por el que la Cámara expresa el beneplácito por el 55° aniversario del tradicional "Boliche Balderrama", ubicado en la esquina de calle San Martín y Esteco (hoy Paseo de los Poetas), en la Ciudad de Salta, saludando al Señor Juan Balderrama y a su familia por tantos años de vigencia y aporte cultural.
No estoy cuestionando, claro está, los méritos de la familia Balderrama ni los de su establecimiento para merecer "el beneplácito" y "el saludo" de la representación soberana del pueblo argentino. Lo que me despierta una iniciativa de esta naturaleza es una profunda intriga acerca del verdadero contenido del portafolios del diputado Vilariño. ¿Será cierto que no tiene en carpeta mejores iniciativas que ésta?
Pero hay más elementos objetables en esta iniciativa.
Considerando a efectos teóricos que el boliche de los hermanos Balderrama fuese acreedor del reconocimiento de la máxima representación popular de la República Argentina, como salteños nos preguntamos por qué Vilariño no ha impulsado un homenaje parlamentario regular, es decir, por qué motivo el 'homenaje' a los Balderrama fue reducido a la categoría de expresión de beneplácito y de saludo por parte de la Cámara.
Mucho peor que esto es el hecho de que el autor del proyecto, consciente de que no ha concretado un homenaje parlamentario de los regulados por el artículo 221 del Reglamento de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, haya comunicado a la prensa todo lo contrario, es decir, que la Cámara ha rendido un homenaje que no ha rendido.
El citado artículo del Reglamento manda a que "los diputados que deseen rendir homenajes, podrán hacerlo bajo la forma de proyectos de resolución, los cuales serán presentados directamente por escrito ante la Comisión de Labor Parlamentaria para su consideración". Lo que ha hecho el diputado Vilariño es eludir esta norma y presentar un proyecto de declaración (no de resolución), que sustrae al reconocimiento a los Balderrama su entidad y rango de homenaje parlamentario.
Otra cosa bien diferente, por supuesto, es saber qué personas o instituciones pueden ser objeto de los homenajes parlamentarios. Desafortunadamente no hay una norma que los regule expresamente y es la práctica cotidiana la que va señalando los límites de esta peculiar potestad de las asambleas legislativas.
Antes, eran objeto de homenajes las naciones extranjeras amigas con ocasión de la celebración de su día nacional, los jefes de Estado extranjeros que nos visitaban, las personalidades fallecidas, las comunidades de inmigrantes en territorio nacional, las víctimas de las guerras y las calamidades naturales y, muy ocasionalmente, una personalidad aún viva (por ejemplo, la de algún héroe).
Estos límites han sido largamente desbordados por el "parlamentarismo ligero", de toma y daca, en donde priman no los intereses generales y de largo plazo sino los particulares y coyunturales, de intercambios inmediatos y réditos tangibles. La moderna práctica parlamentaria ha dado pie a que algunos pretendan homenajear "sobre tablas" a su carnicero personal, a su peluquero o a sus mascotas. No fue sino en virtud de esta deformación de la función representativa, que la Cámara de Diputados de Salta accedió hace pocos años a rendir un homenaje parlamentario a un ignoto ingeniero cerrillano de menos de veinticinco años de edad, iniciativa presumiblemente votada y apoyada también por el hoy diputado nacional Vilariño.
¿Estaremos los ciudadanos de Salta en condiciones de exigir a quienes aspiren a ser nuestros próximos diputados nacionales que empleen mejor su tiempo y que se comprometan a utilizar las herramientas legislativas para dar a la función parlamentaria la altura y el vuelo que necesitan y merecen sus representados?