
Algo de esto le pasó al gran campeón Carlos Monzón cuando cumplía una durísima condena en la cárcel de Batán por el asesinato de su mujer. En una entrevista digna de ser analizada por un comité psiquiátrico en Viena, el boxeador dijo sentirse muy a gusto en el penal. Y cuando le preguntaron: ¿Qué tal los presos?, el campeón respondió: "Todos los presos son unos muchachos macanudos". Entre ellos, muchos reclusos que cumplían condena por crímenes aun más aberrantes que el suyo.
Sucede más o menos lo mismo con aquellos vecinos despistados de algún domicilio próximo a la escena de un crimen, que cuando llegan los movileros de la televisión, gustan de decir de los implicados: "el señor era muy amable, serio y trabajador; la señora era un encanto, un primor de mujer, y el hijo un pibe bárbaro; no sé cómo pudo pasar esto". Luego la realidad muestra de que tras la fachada de buenos vecinos se ocultaban un sádico asesino, una bruja malvada y violador en serie.
A veces la imagen no concuerda con la realidad. Otra veces es necesario echar mano de la sinceridad y no intentar agradar a todo el mundo, simplemente, porque no es necesario. La demagogia del boxeador y la ingenuidad del vecino poco informado no conducen a nada.
Los políticos
Por otro lado, algunos políticos gustan de ser presentados ante el gran público, como "un amigo de sus amigos", "una persona millonaria en amigos" o "un líder que durante cuarenta años ha sido fiel a sus ideas".
Me permito advertir a los asesores de imagen, que se trata de tres graves errores.
En primer lugar, porque la amistad no es una actividad humana que convierta automáticamente a quien la practica en buenas personas. El arquetipo del "amigo de sus amigos" era Don Corleone y la mafia misma es un ejemplo de cómo las amistades intensas, acaloradas, leales e incondicionales pueden convertirse en el tejido de una red perversa, negatoria de cualquier valor humano.
En segundo lugar, porque a la persona que normalmente alardea de ser "millonaria en amigos" se le puede aplicar aquel dicho de "dime de lo que presumes y te diré de lo que careces". Por otro lado, presentar a un candidato diciendo que se trata de una persona "millonaria en amigos", equivale a colgarle el sambenito de "boludo alegre". En otros términos, bastante más elegantes, lo dijo hace años Pío Baroja: "Sólo los tontos tienen muchas amistades. El mayor número de amigos marca el grado máximo en el dinamómetro de la estupidez".
En tercer lugar, porque el vivir abrazando siempre las mismas ideas y morirse con ellas no representa ninguna virtud. Se supone que Hitler -si es que murió de verdad en aquel búnker- murió también fiel a sus ideas. Tal vez si hubiera cambiado oportunamente de forma de pensar, se hubiera entregado a los rusos. El auténtico valor en política no es vivir "fiel a las ideas propias" sino saber respetar y adaptarse dinámicamente a las ideas ajenas. Siempre es preferible que tu epitafio diga: "Aquí yace quien cambió mil veces de ideas para poder convivir con su prójimo" a que diga "Aquí yace uno que nunca cambió de forma de pensar".
El primero es "el político" por antonomasia. El segundo... el segundo es Monzón, o es Hitler, o el vecino despistado del 2º B.