Nota de color no, nota de dolor

"Es impropio que una presidente hable de la vida privada de otro presidente y no me parece apropiado hacer ninguna observación", sostuvo Fernández y añadió que "son cosas que ponen una nota de color en los medios de comunicación". Cristina Kirchner. (Fuente: Diario digital La voz del Interior).
Presidente Fernando LugoLa mujer paraguaya siempre fue distinta y con características particulares, al menos en comparación a las argentinas. Quizá sea por aquella cruenta guerra que nuestro país y Brasil, tuvieron con el Paraguay.

Luego del conflicto, en aquel país se diezmó drásticamente la población masculina, esto significó: miles de parejas truncas, familias sin sostén e hijos sin padres. Sin embargo la superioridad numérica no le dio a la mujer un ascenso social o a los lugares de poder. Y este género debió esperar por años a que los autoritarismos le dieran paso al movimiento de reivindicación femenina que se produjo en el resto de Latinoamérica.

Pero hubo algo que no cambió en el pensamiento de las mujeres paraguayas, que quizá no sea exclusivo de ellas y se reproduzca en otros países de la región y en determinados sectores sociales de esos países. Y esto es la inferioridad de poder que sienten o permiten, ya no en el aspecto social, sino en su relación con el hombre.

Así a los hombres de otros países, que conocemos su historia y su impronta, la mujer paraguaya nos puede representar -aunque no sea así en todos los casos- que se trata de mujeres sumisas, afectuosas, accesibles y con pocas demandas. Cualidades que para hombres honestos, comprometidos y responsables: les puede significar en una relación de pareja: felicidad asegurada. Pero sí estamos hablando de oportunistas, cínicos y especuladores, entonces estas mujeres sólo van a ser utilizadas.

Este al menos desde mi entender, es el caso del Presidente Lugo, si se probaran las demandas efectuadas por varias mujeres sobre la paternidad de sus hijos.

Con el agravante de que no estamos hablando de un hombre común y del llano, si no del máximo referente político de su país. Que llegó al poder del Paraguay con la consigna de darle democracia, justicia y equidad a su sociedad, luego de tres décadas de un gobierno casi de ocupación.

Eso entendieron sus compatriotas y por eso también la respuesta en las urnas que lo consagró Presidente. Pero equidad y justicia social no se refiere exclusivamente a sectores o capacidades adquisitivas y económicas. Equidad es sobre todo igualdad entre ciudadanos. Y entre esas igualdades, está la de género, el respeto por los valores, los derechos humanos y el respeto a la vida.

La identidad de una persona, los derechos del niño y los deberes de sus progenitores, están incluidos dentro de esos derechos. Lo que Lugo hizo, sucede en un país donde más de la mitad de las mujeres son “Madres Solteras”, lo cual no es asombrosos hoy, pero sí lo es, sí esas mujeres también son el único sostén familiar, dado que los irresponsables hombres están absolutamente ausentes.

Lamentablemente Lugo no es distinto de esos hombres, hasta me atrevería a pensar, que de confirmarse todas las demandas, es peor. Por que fue oportunista, utilizó su superioridad intelectual y de poder y defraudó a varias mujeres.

Pero eso tampoco es lo más grave, ya que a lo sumo para los machistas de siempre será un mujeriego y para las mujeres un farsante. Y todos hemos roto o nos han roto el corazón alguna vez.

Lo grave no es ya la responsabilidad paterna, que hoy, de asumirla, es fácil ejercer desde el poder. Lo inaceptable es la ausencia de “amor paternal” que ha demostrado. Quién es capaz de no querer a un hijo difícilmente sea creíble que pueda sentir amor por algo más.

La justicia con la ciencia a su servicio, decidirán sobre sus responsabilidades. Intencionalmente no reparé en su condición de Obispo, ya que ese título y las normas que este le obligaban a cumplir, sólo están en el imaginario de una doctrina religiosa, que por lo menos -a mi criterio- se quedó en el tiempo. En un tiempo que no se puede representar desde modernidad o antigüedad, desde modas o tendencias.

Un tiempo en el que la función de la Iglesia como institución, no era exclusivamente espiritual, de reserva de valores, de asistencia y de solidaridad, como lo es hoy. Si no que en ese tiempo formaba parte del “aparato ideológico del Estado” y por esto estaba también obligada a que sus miembros sean y se vean como algo superior a los simples mortales. Como elegidos divinos, que no perecían a las tentaciones y que eran los únicos que ostentaban la comunicación directa con el creador.

En la actualidad nadie tiene dudas de que los religiosos y las religiosas (aunque las mujeres no han generado escándalos), son hombres y mujeres como cualquiera, que si bien entregan su vida a un ministerio, no sienten distinto a todos los demás y en ocasiones con peores sentimientos y acciones.

Las experiencias negativas se multiplican, los hechos aberrantes en seminarios Católicos de EE.UU; el Obispo que no reconocía el Holocausto y fue expulsado de Argentina; el increíble Padre Grassi.

Pero la balanza se inclina hacía el bien intespectivamente, cuando pensamos en estos “Cristos” modernos, que trabajan en las Villas de 21, la 1-11-14, los padres de la 31y el humilde pero grandioso Padre Pablo de Gerli, que sale a ayudar a adictos a la Pasta Base, cada noche luego del trabajo clerical. Acciones nobles que a cada uno les costo amenazas de muerte de parte del Narcotráfico.

La autocrítica de la Iglesia Católica es apremiante y un cambio hacía una interpretación más acabada de la realidad, también. En el pasado reciente, al menos en Argentina, su relación con las Dictaduras fue cuestionable, aunque también hubo

Cristos, como El Padre Mújica, el Padre Mario o el mismo Farinello. Pero no hace mucho desde la máxima autoridad eclesiástica también se generó serios problemas con los cultos Musulmanes y luego su falta de conexión con la realidad africana fue lamentable.

La utilización que hizo Lugo de la Iglesia como institución es aberrante, tanto o más de la que hoy hace con su embestidura Presidencial. En nuestro país, los medios de comunicación, que aveces no toman lo serio, en serio. Hicieron una “graciosa” comparación, a modo de “Lugo local”, del párroco cordobés de nombre Pablo.

Que el día que dio su última misa, al finalizar se quito sus hábitos, los apoyó en el altar y dijo: ”hay razones del corazón que la Iglesia no entiende… me enamoré y hoy dejo el sacerdocio”.

En estos días nació su primer hijo, vive en Villa Carlos Paz y desarrolla su profesión juvenil de maestro mayor de obras.

Este hombre de bien, verdadera, y sinceramente enamorado. Que educa, mantiene, sufre, es feliz y vive con su hijo y su mujer, nada tiene que ver con el Presidente de Paraguay.

El padre Pablo de Córdoba, defendió su amor, se expuso, se comprometió y fue honesto. Pero por sobre todo valorizó a la máxima y única institución que nos puede hacer desandar este camino terrible que tomamos como sociedad: La Familia.

El ex Obispo Lugo de Paraguay no. Y la Iglesia como institución aveces, tampoco.