
Lo que emerge con fuerza, detrás del proyecto de Petrocelli, es el extraordinario consenso social que existe sobre la naturaleza y el carácter positivo del carnaval. Sólo el Señor del Milagro y algún intendente, de esos que llevan veinte reelecciones, disfrutan en Salta de una imagen tanto o más positiva que el dios Momo, en cuyo nombre y honor se desatan las pasiones del carnaval.
Una compañera de bancada de Petrocelli ya había propuesto hace algunos años "europeizar" nuestro carnaval, duplicando la fiesta -para nosotros, estival- en los meses de invierno. Con esta inteligente medida se conseguiría matar dos pájaros de un sólo tiro: podríamos mostrar nuestro carnaval a los turistas que nos visitan en invierno (porque temen nuestro verano); y también podríamos evitar el "paro estacional" de las comparsas, de las murgas, de los caporales, de los vendedores de bombuchas y de tantos otros "agentes" conectados con el carnaval que pasan nueve duros meses en el dique seco, y así conferir a nuestra economía un nuevo impulso.
Me consta que otra diputada ya ha recibido en su mesa de trabajo un "proyecto superador" que se denomina "el Método Da Vinci del Carnaval", que consiste en abolir los carnavales estacionales en Salta y celebrar mini-carnavales de tres horas cada siete días. Cuentan que las proyecciones microeconómicas de la iniciativa son verdaderamente asombrosas.
Pero hay más posibilidades. La primera y que está al alcance de la mano es la de incluir en la futura Ley de Educación, a la par de la educación religiosa, lo que se llamará ECT (educación carnestolenda transversal). La idea es, simplemente, enseñar algunos pasos de comparsa desde la edad temprana y desarrollar contenidos carnestolendos en asignaturas como historia, lengua, literatura y geografía. Podría también una división especializada de bomberos, en coordinación con el Ente Regulador, capacitar a nuestros párvulos en el correcto llenado de las bombuchas. Voluntarios del Club Popeye podrían tranversalizar las horas de educación física y enseñar a los pequeños a lanzar bombuchas con la precisión de un pitcher.
Así como en algunas empresas (Krusty Krab, por ejemplo) se eligen empleados del mes, una ley podría regular la elección mensual de reinas de carnaval. Para lo cual -si lo pensamos bien- haría falta reformar la Constitución a fin de crear unos cinco o seis cargos de vicegobernador, porque entre tantas coronaciones y procesiones, es posible que el vicegobernador actual -que es único- no pueda con todo.
Para cerrar el abanico de medidas promocionales de tan sublime festividad, se requiere crear, en el ámbito de la carrera de Antropología, la Cátedra 'Marcos Tames' de Carnaval, cuyo objeto será estudiar en profundidad el fenómeno.
Petrocelli, te has quedado corta.