Sonríe, estamos tratando el Presupuesto

Que los presupuestos generales del Estado no constituyen un tema especialmente divertido, es algo que casi todo el mundo sabe. Lo que no se sabía hasta ahora es que la presentación de unos presupuestos (sean éstos expansivos o restrictivos) fuese capaz de sumir a un grupo de personas en una profunda tristeza.
Falta de motivación

Era también cosa sabida que don Santiago Godoy, presidente de la Cámara de Diputados de Salta, a despecho de su probada eficiencia, no es precisamente uno de nuestros políticos más flamboyantes, si sólo nos fuese permitido juzgarle por esa mueca de eterno desagrado que a veces ofrece a los flashes.

Pero es verdaderamente llamativo que todos los aquí retratados -incluido el jovial ministro Parodi- parezcan como congelados en el tiempo, tal como si el bello mate plateado que aparece en el extremo izquierdo de la mesa contuviera 'Lexotanil' en vez de 'Nobleza Gaucha'.

Sólo se salva de la abulia general esa distinguida dama que viste de blanco y que sujeta una especie de bloc entre sus manos.  Por casualidad, la dama en cuestión se encuentra delante del austero retrato de mi padre, que, entre muchos otros, adorna la amplia Sala de Presidentes. Quizá por su ubicación en aquella reunión, la bella dama, en lugar de contagiarse del desgano general, luce una mirada penetrante, atenta a las señales del entorno, como quien espera definiciones tajantes de los que ocupan la mesa principal.

Visto lo visto, el presidente Godoy -que lo será con seguridad también el año que viene- debería proponer a las comisiones competentes declarar a los de 2010 como "Los Presupuestos de la Alegría".