El triunfo de Obama: colofón

Hace una semana sobrevolaba la incertidumbre en las elecciones norteamericanas, aunque había un viento favorable al triunfo del candidato demócrata. El martes 4 de noviembre quedó claro que los Estados Unidos están más preparados para tener un presidente negro (mestizo, en realidad) que una presidenta. Ganó BO y vaya que lo hizo en buena ley. Con la ventaja adicional de contar con mayoría asegurada en ambas Cámaras del Congreso. A la hora de gobernar, sobre todo cuando empiece a tomar decisiones que han de repercutir en la economía doméstica, eso será un valor agregado inestimable. De todos modos la sociedad norteamericana quedó parejamente dividida.  Obama obtuvo el 52 % de los votos, contra un 48 % sumado el voto republicano y el voto a otros candidatos (eran ocho más). Necesitaba 270 electores y consiguió 349, contra 162 de McCain (allá aún funciona el Colegio Electoral), porque ganó en los estados que le aportaban la mayor cantidad; y por la misma razón logró el número de legisladores necesarios para controlar el Capitolio (56 senadores y 258 diputados, contra 40 y 177). Como sea, casi la mitad del país le votó en contra Gustavo BarbaránA pesar de su inexperiencia en cargos ejecutivos y de un modesto ejercicio senatorial, BO ganó porque encarna el sueño americano del self made man y porque es una persona inteligente y preparada, pero sobre todo por su carisma parecido o quizás mejor que el de sus predecesores Jack Kennedy y Bill Clinton. También sería absurdo negar el inmenso aporte que significaron los desaciertos del gobierno de G. W. Bush jr, posibilitando que la gente se decida por el cambio.  Este “cambio” no es novedoso en el país del norte y generalmente ocurre cada vez que un presidente cumple dos mandatos consecutivos. Lo paradójico es que el candidato del cambio llevaba de vice a un senador que no puede decir lo mismo: Joe Biden lleva más de tres décadas en su poltrona. Tampoco será posible que los cambios se produzcan de un día para otro, al menos aquellos que los no norteamericanos o anti norteamericanos desearían ver plasmados. Por lo pronto, es inimaginable que Estados Unidos retire sus tropas de Irak de un día para otro. Tampoco podrá de un día para otro adherir al Protocolo de Kyoto, constituirse en estado parte del Estatuto de la Corte Penal Internacional o restablecer las relaciones con Cuba. Y así siguiendo con otros ejemplos de igual calibre.

BO posee la suficiente perspicacia política como para saber  que sus cambios deben interpretar y coincidir con los que sus electores efectivamente aspiran. Y lo que ellos aspiran son sobre todo cambios en la política interna, que estabilicen la economía, garanticen el empleo, un sistema de asistencia sanitaria y que los ciudadanos contraigan nuevas hipotecas que puedan amortizar. Obama le ha despertado a los suyos esa mística imprescindible para la construcción de un destino nacional con el “podemos hacerlo”.  Estados Unidos es una sociedad en la que conviven los  valores más tradicionales de la idiosincrasia norteamericana, arraigados en el puritanismo de los padres fundadores con las expresiones  más  iconoclastas. El fermento social que produce ese encuentro, termina proyectándose a todo el mundo. En conclusión, BO tiene todo el derecho de que le presten confianza. Necesita que sus compatriotas y los líderes mundiales confíen en él. De modo que aún los no norteamericanos también habremos de darle un cheque en blanco globalizado, ya que todo lo que arme fronteras adentro, tarde o temprano se proyectará afuera. Habrá que tener paciencia y seguirle los pasos de cerca.

El párrafo final lo dedico a nosotros mismos, los argentinos. Ojalá observando el funcionamiento de la democracia republicana más antigua y eficaz del mundo, podamos sacar lecciones para aplicarlas a nuestro desvaído sistema. Sin duda, contribuirá a eso la multitud de legisladores y funcionarios que concurrieron con estatus de “observadores” a presenciar la contienda. Seguro que a su regreso convocarán a la prensa y nos comentarán cómo han vivido ese proceso y qué, cómo y cuándo harán lo necesario para mejorar los regímenes electorales en Argentina. Los estamos esperando.