Obama es negro

La elección de una persona de raza negra para regir los destinos de los EE.UU. es un hecho extraordinario que los bienpensantes no han dudado en calificar a toda prisa como “integración racial”, algo digno de los sentimientos más píos que se pueda demandar a una sociedad como la americana o cualquiera otra en la que el racismo constituya un problema real. Barack Obama, presidente electo de los EE.UULa primera idea que anida en las mentes de los que actúan por reflejo es que el racismo en ese país va remitiendo, afortunadamente, lo que constituye una falacia porque son muchos los pueblos de la América profunda que siguen segregando sin disimulo a los negros, no obstante las deducciones tontorronas como la del candidato perdedor en su discurso de despedida después de la derrota.

Eso en cuanto a la desaparición del racismo, porque respecto de lo que se dice de la integración, no deja de ser un simple deseo que sirve para alimentar la labor de los miembros de la ONGs progresistas; o sea, las generalmente subvencionadas por los gobiernos de izquierda.

Lo primero que habría que decir es que si de alguna integración real se ha de hablar, no puede ser otra que la social, pues la integración política no ha pasado de ser algo más que un gesto, de especial sensibilidad en la época de los Kennedy, aunque no haya pasado de un loable intento coronado por tres asesinatos de prominentes personalidades.

Esta integración social consiste que entre personas de raza negra y blanca se establezca una relación de amistad firme y duradera, basada en la igualdad, y que en algunos casos llegue a consolidar un matrimonio interracial.

Pero, ¿en qué consiste la integración?  Sencillamente, en que los negros abandonen sus hábitos y adopten los de los blancos. Así, los que reciben una buena educación, comen todos los días comidas saludables, se bañan a menudo y dejan de bailar en las calles y saludarse golpeando los nudillos, son los negros que están listos para la “integración”. Esta integración es lo que la propia palabra significa: meter dentro del saco a quienes están fuera.

Un poco de hipocresía de los que conocen la verdad de estas cosas y una gran ignorancia de los luchadores por la igualación de los negros y blancos los he llevado a aceptar esta colonización blanca que se disimula bajo la palabra “integración”, y que los “salvadores” de los negros pobres están persuadidos que es lo mejor que le puede pasar a un negro: convertirlo en un falso blanco. También es bueno reconocer que después de tantos años de dominación cultural, es difícil admitir que la etnia negra de EE.UU. conserve con frescura sus tradiciones y signos culturales.

Obama está “integrado”, está totalmente colonizado. La prensa en su inveterada ignorancia o adicción al ocultamiento de la verdad, así como los políticos ingenuos, clamarán con alegría que se ha producido el mayor milagro de la integración con la llegada de Obama a la Casa Blanca. Quien ha llegado a Presidente de los EE.UU. es un negro “apaciguado”, un negro integrado a las costumbres de los blancos. Él, su mujer y sus dos hijitas. Todos ellos, negros integrados o sea, blanqueados pues, de otro modo, jamás hubiera llegado.

Cuando Obama trabajaba en los barrios deprimidos de Chicago como asesor social de los más pobres y discriminados, realizo según cuentan, una labor encomiable. Era querido y respetado. En definitiva, era mucho más instruido que los negros indigentes y que cualquiera otro que con un poco de educación troceada, pretendiera hacerle sombra. Obama era feliz allí, pero un buen día se percató que con esa labor no llagaría a ninguna parte; se quedaría siempre allí, donde estaba. Y como es ambicioso, se preparó para el gran salto.

Estudio en Universidades de blancos, se graduó en Derecho y Ciencias Políticas y comenzó a trabar relación con personas destacadas del medio. Simpático, carismático y con una buena oratoria, cuando llegó el momento abandonó la negrura atávica y se lanzó a reivindicar su derecho a ser como su madre blanca. Cuando estuvo totalmente “integrado”, se le permitió completar la senda precisa para llegar a ser Presidente. Pero, ¿será un Presidente negro, será un Presidente blanco, o será un Presidente de los integrados? Porque de todos ellos a la vez, no puede ser.

Cuando se produzca un enfrentamiento serio entre negros y blancos, ¿qué hará Obama? Una opción es inclinarse de lado de los suyos mas, ¿cuáles son los suyos? Lleva sangre negra, sangre blanca y está psicológicamente integrado. El lomo de los negros y el garrote de los policías no se llevan precisamente bien, en muchas ciudades americanas. La lucha racista continuará con una gran variedad de aspectos. ¿Qué hará Obama?  ¿Qué aleccionadoras palabras pronunciará?  ¿Tomará alguna medida en algún sentido?

Mientras los negros de EE.UU. no abandonen sus costumbres y se dejen integrar por los blancos, el problema racial americano no tiene solución. Porque la solución no es la integración sino la “fusión” de las dos razas, algo que los blancos no pereciera estar dispuestos a asumir sin más, y en alguna proporción, tampoco los negros orgullosos de sus orígenes.

Los movimientos de integración que las ONGs manipuladas y manipuladoras consisten en visitas a barrios pobres, si de negros, mejor, llevarles alimentos, medicamentos, ropa, vacunarlos, ayudar a las madres negras a asear a sus niños, y pasarse unas horas en esos barrios, hasta llegado el momento de regresar a los suyos y sus casas de blancos, porque la integración no es cosa de tomársela a la ligera.

El hecho de que Obama se instale en la Casa Blanca es un triunfo de los blancos y no de los negros, porque es la prueba de la bondad integradora de los blancos. El actual Presidente no es un negro auténticamente negro que asumirá la consigna de integrar a los blancos a los hábitos de la negrura. Todo lo contrario: tratará que sus negros se vuelvan blancos lo más rápidamente posible, como lo hizo él.

No creemos que será Obama el emblema de la “fusión” de razas en EE.UU. En este sentido y sólo en éste, se podría decir que Obama es un auténtico engaño de lo que se quiere significar con este episodio extraordinario, que lo es. Porque no ha llegado a tanto un negro, sino un negro “blanqueado” por la integración (colonización) de los blancos que están hartos de tanto enfrentamiento, porque los que no están hartos siguen apurando la nostalgia de las capuchas blancas.

No es que nos parezca bien o mal esta suerte de colonización; allá ellos y las ONGs. Simplemente, nos interesa ver con claridad lo que se vende al soberano, engañado por una aparente piedad de la raza privilegiada, porque ahora sí que tienen para presumir ante el mundo proclamando de su flamante Presidente:

Obama es negro.