
Es verdad que en todas partes las campañas son parecidas y llega un momento en que los candidatos ofrecen y piden casi las mismas cosas, aprovechan las últimas horas para enfatizar -incluso con agresividad- sus respectivos argumentos distintivos y así terminar de seducir a un electorado prevenido. Nada hace presumir hecatombes ni asuntos de alcoba que inclinen la balanza a favor de uno de los dos. De cualquier manera, las presentes elecciones en EUA tienen el aditamento especial, sino de significar al menos de acelerar un cambio de época y a lo mejor de paradigmas. Casi como ocurrió cuando J. Kennedy venció a R. Nixon en 1960, para suceder a otro republicano, D. Eisenhower, dando inicio a la era de la multipolaridad política en un marco de bipolaridad estratégica, impulsando a la vez hacia adentro una política de integración social que a la postre le costó la vida a él y a Bob. La dinámica de los tiempos hace olvidar, por caso, que el Título VI sobre discriminación racial del Acta de Derechos Civiles (1964) aún no cumplió medio siglo en la primera potencia del mundo.
Con todo, el electorado norteamericano se define en función de las cuestiones intestinas que hacen a su diario vivir: en primerísimo término el empleo por causa del estallido económico, seguridad (pensando en el terrorismo), educación, cobertura de salud, acceso a la vivienda, antes que los asuntos externos legados por Bush o los deseos de la gente de otros países. En 2004 también el mundo quería a John Kerry, y así le fue. Es que el norteamericano medio no necesita del mundo para decidir su voto, porque el mundo es su patria: dentro de sus fronteras lo tiene todo, vive bien y no necesita de nadie. Dicho esto sin perjuicio de considerar, como lo hice en otra nota (Entre la venganza y las lecciones de la historia, Revista Claves nº 103, sept. 2001), que el mundo irrumpió brutal en esa idiosincrasia casi isleña aquel 11 S. Esto no quiere decir que el electorado se desentienda de las burbujas hipotecarias o del atolladero de Irak.
Esta vez -más que antes- las cuestiones internas tendrán mayor incidencia, de allí la importancia del humor de las minorías. Pero no todos los votos negros serán para BO, ni todos los votos religiosos o latinos para el republicano como sucedió en las últimas dos presidenciales. De hecho, un 53% de hispanos prefiere a BO, contra el 33% de JMC. Las minorías en USA son muy heterogéneas y complejas y en ocasiones compiten las mismas franjas laborales o los servicios de salud. Las minorías raciales, a su vez, se relacionan con la cuestión de la inmigración, todo un tema luego del atentado de las Torres Gemelas. Los latinos, cuyo peso electoral es significativo en California, Colorado, Florida, Nuevo México y Texas, representan el 15% de la población del país pero su incidencia electoral es del 9%. Hay un 8% constante del electorado blanco que jamás votaría un candidato negro, aunque fuera de su propio perfil ideológico. Por eso cada minoría (contando además la asiática y la judía) requiere un discurso a medida. Por otro lado, en un país en el cual el 80% de sus casi 300 millones de habitantes, se declara cristiano, la religión adquiere un papel preponderante en especial porque en esta banda se ubica el mayor porcentaje de indecisos, que pasó del 4% en 2004 al 12% en 2008. De allí que se explique la elección de Joe Biden, un católico progresista, candidato a vice de BO, y de Sarah Palin para McCain, una evangelista conservadora.
Desde una perspectiva visceralmente anti norteamericana expandida por el planeta a causa de los desaciertos de la diplomacia bélica unilateral de Bush (h), coronada por un crack financiero previsible, se espera el triunfo de BO, como si automáticamente las cosas discurrirán nuevamente por carriles racionales. Eso es tan ingenuo como suponer que con Obama se replegará dentro de las fronteras del país-continente. Change! es el grito de guerra demócrata, solo resta constatar hasta dónde quiere el cambio la sociedad norteamericana. Quienquiera que sea el ganador sabe que en los próximos 10 años se juega un nuevo esquema de poder mundial para el próximo medio siglo. Si el nuevo orden será multilateral, solidario, responsable, es otra cosa que no depende solo de los EUA, si no de países que están hoy nerviosos en las gateras (Brasil, China, India, Japón, México, Rusia, la UE, entre los principales). Por eso son tan significativas estas elecciones. ¿Obama o McCain? Mmm... Hoy, palo a palo.