
La situación objetiva
A los problemas irresueltos en materia agropecuaria se suman los descalabros financieros a nivel global y sus efectos sobre la economía física (real), sin certeza aún en cuanto a profundidad y extensión temporal.
Pero que las economías subdesarrolladas latinoamericanas las sufrirán más, ni dudarlo. Es mala consejera la jactancia de la presidenta cuando dijo con nuestro proyecto nacional estamos en medio de la marejada, firmes, porque desatiende la advertencia del trágico griego de que el orgullo es hijo de la felicidad y mata a la madre.
A la caída del precio de las commodities se suma la devaluación brasileña y como los intereses nacionales son los primeros en protegerse se armó, en nuestras costas, un grave frente de tormenta. Fue lo que llevó a la UIA -silenciosa durante el conflicto con el campo- a dar la voz de alerta sobre el peligro de la avalancha de importaciones de todos lados, la pérdida de competitividad industrial y la caída de la actividad. Mientras la CGT, reverso de la moneda, se hace eco de similares problemas para evitar las suspensiones de personal y/o el cierre de fuentes de trabajo.
Y si la recesión mundial se agudiza es probable que los mecanismos de la integración asimétrica (ingenua), pergeñada por quienes armaron esta integración, sufran un drástico parate; porque la vía de acceso es el desarrollo nacional y no a la inversa (Ej. Brasil para los que les cueste entenderlo).
La situación política
Del lado del gobierno, partidos y sectores sociales, se desliza por la superficie de las cosas el interés de los partidos opositores por armar coaliciones, predominando fundamentalmente el cálculo electoral y las propuestas parciales por sobre los verdaderos proyectos de fondo. Algunos creen anteponiendo los deseos- que si le ganan al oficialismo terminará lo malo y vendrá lo bueno; es la idea compartida y promovida por algunos medios de que se una la oposición (en Notas anteriores vimos que entre unos y otros no hay demasiadas diferencias ya que hablar de corrupción, hegemonía, superpoderes, capitalismo de amigos, degradación institucional, etc., son, a pesar de lo negativo, aspectos parciales de la realidad a cambiar).
Lo real, en cambio, es el Gobierno sostenido con (mientras dure) la Caja y los Intendentes y Gobernadores de la crujiente cooperativa justicialista. Pero los días de vino y rosas han desaparecido tras el tremendo error del presidente K en su guerra contra el ruralismo, sumando el disloque económico internacional con sus efectos locales. De a poco queda claro que el publicitado modelo redistributivo es dependiente directo del superávit comercial externo primario -típico de las periferias agroimportadoras- y que todo lo alardeado por el gobierno carece de bases firmes por la debilidad estructural de nuestra economía. Por eso, ante los peligros que se ciernen y el bluff del modelo, es hora de actuar a fondo.
Y actuar requiere de militancia nueva y decidida, sin importar edades, capaz de dejar a un lado por lo menos algunas de las comodidades cotidianas para poner el hombro y levantar, de una vez por todas, la Argentina.
También pertenece al campo real de las relaciones de fuerza, propias de la política, el Movimiento Obrero Organizado con sus intereses gremiales (y sus símbolos) por encima de los gobiernos del color que fueren. Lo señala la reciente decisión de impulsar el esclarecimiento-juzgamiento del asesinato de José I. Rucci por los montoneros y que junto con la defensa del salario y las fuentes de trabajo, serán los indicadores de su mayor o menor autonomía del gobierno según las medidas económicas que por la crisis éste aplique.
El tercer actor de fuste y novedad política del año, además del gobierno-gobernadores-intendentes y del movimiento obrero, es lo que llamamos Movimiento Federal Agropecuario. Movimiento, porque no es partido político sino convergencia de diversos sectores rurales; Federal, por la implantación e influencia de sus integrantes en diversas provincias y Agropecuario, porque incluye a las actividades más importantes del campo y a otras que viven para y por el mismo. De acuerdo a su unidad y a lo que decidan los dirigentes, podrán tener un peso decisivo en la solución de los problemas del país. (Continuará).