
Lo primero que llama la atención es que en medio del desconcierto causado por la crisis, nadie proclame el fin de los tiempos ni sugiera o proponga medidas extraordinarias, como el otorgamiento de poderes excepcionales al presidente o a alguno de sus colaboradores, ni que la histeria colectiva se apodere de la ciudadanía e intente hacer justicia por su cuenta, o que los sindicatos obreros declaren una huelga general que paralice la actividad de la nación. Ello, además, en el marco de una campaña electoral para elegir al presidente más poderoso del orbe, protagonizada por dos actuales senadores.
Para los argentinos, sometidos a aquellas violencias esquizofrénicas o delictuales, nos llama tanto la atención la conducta de los norteamericanos, que no le prestamos atención, ni la analizamos.
Vale la pena, por ello y para aprender, señalar algunos comportamientos dignos de ser adoptados por nosotros.
La forma de ser norteamericana - tan duramente criticada en buena parte del resto del mundo incluye un respeto casi mágico por sus instituciones (leyes, policías, jueces, legisladores, gobernantes) y por los medios constitucionales que son su credo, tales como la libertad civil y política, la propiedad privada, la libertad de prensa, el debido proceso judicial.
Ello no los hace timoratos ni perezosos a la hora de hacer valer sus derechos o discutir propuestas de cualquier naturaleza.
Conmueve a quien sea respetuoso de las libertades que en medio del grave conflicto en que se encuentran, los debates de los candidatos a la presidencia de la nación, se lleven a cabo en un marco de equilibrio, a pesar de la dureza de los enfrentamientos entre los contendientes.
A nosotros nos sorprende que haya sido el congreso la caja de resonancia de los debates que se generaron entre los ciudadanos y sus representantes, sobre la conveniencia o no de las propuestas del presidente Bush, para enfrentar la crisis. Nos sorprende aún mas, que el debate haya sido abierto a todo el mundo-, que no haya habido presiones indebidas a los legisladores y que ellos, finalmente, votaran según sus convicciones y compromisos, sin que importara la pertenencia a los partidos políticos. Los dos senadores que compiten por suceder a Bush, Obama y MacCain, votaron a favor de la propuesta de rescate, después de discutirla e introducirle cambios y esto no ha alterado la campaña electoral, a pocas semanas de los comicios.
Muchos en el mundo, se regocijan de modo suicida con las dificultades por las que atraviesan los EE. UU. y pronostican nuevas eras, con menos libertades, mas intervención estatal, mas proteccionismo, que suponen mejores para la humanidad.
Antes de juzgar tan severamente a aquella nación, deberíamos aprender a comportarnos civilizadamente, a discutir sin denostar al adversario, a valorar la libertad y a respetar las instituciones republicanas que aseguran bienestar y progreso.