El concejal Yáñez califica al presidente Roca de 'genocida'

El concejal salteño Martín Yáñez, autor de algunas iniciativas extravagantes de tono bastante menor, impulsa ahora uno de esos proyectos de expresión de deseos, para que el Concejo Deliberante de Salta, cuyas facultades en orden a la emisión de moneda nacional son inexistentes, "adhiera" (no se sabe con qué finalidad o utilidad) a una iniciativa de la diputada nacional Cecilia Merchán que busca cambiar los actuales billetes de 100 pesos. Julio Argentino Roca, militar tucumano que fue dos veces presidente de la Nación argentinaNo es que Yáñez o Merchán anden buscando "cambio" (en cuyo caso serían suficientes dos billetes de cincuenta y no una Ley del Congreso), sino lo que pretenden es suprimir y, además, intencionadamente, la figura del presidente argentino Julio Argentino Roca, que aparece en los billetes de 100, y sustituirla por la figura de la guerrera altoperuana Juana Azurduy de Padilla.

Sostiene Yáñez que Roca "fue uno de los que masacró a los pueblos originarios del sur del país en la denominada Campaña del Desierto" o, lo que es casi lo mismo, que fue un feroz genocida. Y que Azurduy, que nunca mató a nadie, "lo entregó todo" en la Guerra de la Independencia. Anuncia Yáñez también que el cambio de Roca por Azurduy es también "una reinvidicación de género" (del femenino sobre el masculino, se entiende).

Resulta llamativa la gran cantidad de genocidios que se vienen descubriendo durante los últimos años, especialmente en la Argentina. Este proceso indica no solamente que cada vez son más los genocidios que aparecen en la historia, sino que se va retrocediendo cada vez más en el tiempo.

Por ejemplo, vecinos de la zona norte de la ciudad de Salta proponen ya retirar de la cruz erigida en las cercanías del Monumento 20 de Febrero la expresión "a los vencedores y vencidos", ya que consideran que el vencido general Pío Tristán fue, en realidad, un genocida de los gauchos de Güemes y que, por tanto, la generosidad de Manuel Belgrano -su perdón, en definitiva- constituye una traición a los gauchos originarios.

De acuerdo con el concejal Yáñez “la Argentina debería hacer una autocrítica” sobre lo que él denomina "masacre de pueblos originarios del Sur". De prosperar esta intersante -aunque amplia- iniciativa, nos preguntamos por qué no también golpearnos el pecho por el fusilamiento de Dorrego, la muerte en altamar de Mariano Moreno, el exilio de San Martín, la Constitución de 1819, la presidencia de Figueroa Alcorta, la presencia de españoles en el Primer Gobierno Patrio, el fracaso de la Junta Grande, la corrupción en el Segundo Triunvirato, la presunta homosexualidad de Sarratea, la Vuelta de Obligado, la primera campaña del desierto, la guerra del Paraguay, el discurso de Facundo de Zuviría, los problemas fonéticos de Güemes, la estatura del General San Martín, el pasado de Eva Perón, el perfil aliadófilo del doctor Patrón Costas, la procreación desenfrenada de Urquiza, el catolicismo integrista que inspiró a la Revolución Libertadora, el derrocamiento de Frondizi, la mano de Gallo y... por tantos otros acontecimientos que complicaron la vida de los argentinos, entre los originarios y los otros.

Que sería bueno que el concejal Yáñez pensara en presentar un proyecto de "autocrítica total" de la República Argentina, desde el Imperio Inca en adelante, para, en definitiva, hacer de la Historia una jornada de puertas abiertas y hacernos cargo con todas las consecuencias de las matanzas sucedidas hace 120, 250 o 700 años. Hagamos una autocrítica de todo lo actuado por los "primates afortunados" que somos, desde que aprendimos a hablar o, mejor aún, desde que fuimos capaces de quitar la vida al prójimo.

Cuando el concejal consiga convertir en Ordenanza Municipal este ambicioso proyecto, nos daremos cuenta mejor de la medida en que el pensamiento de izquierda, al carecer de futuro y de posibilidades de actuar sobre él, busca desesperadamente reinterpretar la historia, es decir, actuar sobre el pasado, sobre ese pasado que le ha sido tan esquivo.