
En el estado actual de la globalización todo país medianamente organizado y que aspira a tener éxito, acuerda una estrategia que le permita insertarse de la manera más conveniente para sus intereses en el mundo.
El consenso es siempre un encuentro que implica reconocer al otro, escucharlo, reflexionar juntos y saber procesar posiciones comunes.
Cuando hablamos de estrategia estamos haciendo referencia a objetivos, medios y procedimientos, es decir a una planificación orientada a aprovechar las mejores oportunidades que se le puedan presentar a nuestro país en función de su potencialidad.
Para que la estrategia sea fruto del consenso y por lo tanto sea asumida por el conjunto de la sociedad es preciso construir un acuerdo, una visión compartida, en definitiva una interpretación común de lo que sucede en el mundo y en la Argentina e identificar grandes líneas de acción a seguir como un rumbo, una carta de navegación.
Para construir este consenso es necesario en primer lugar compartir una visión acerca de cómo funciona el mundo globalizado y entender el papel de Argentina en el mismo. En este sentido propongo analizar primero el auge económico mundial, luego la situación actual de nuestro país y por último particularizar algunos ejes de políticas de estado que deberíamos adoptar para insertarnos en el mundo aprovechando de una mejor manera las oportunidades.
2. La economía mundial atraviesa por una etapa de expansión. El crecimiento mundial observó una aceleración en los últimos seis años, mostrando un ritmo anual promedio de 4.3%, cuando en los 80s y 90s era de 3.3% anual. Una característica importante de este ciclo de crecimiento mundial es que si bien comenzó siendo impulsado por los EE.UU, mediante una fuerte expansión fiscal y monetaria, el mismo se transmitió al resto del mundo avanzado, como ser Europa y Japón que hoy día muestran un robusto crecimiento, y a los países emergentes, sobresaliendo los tres grandes, China, India y Rusia.
El esquema de crecimiento mundial podría resumirse en lo siguiente:
Estados Unidos crece a partir de su mercado interno, impulsado por un fuerte consumo y las ganancias de productividad tecnológicas. En el contexto actual el consumo desborda y por lo tanto se satisface con importaciones de todo tipo, industriales, energéticas, y de materias primas. En lo que respecta a sus exportaciones las más rentables son las tecnológicas, es decir conocimientos, para lo cual requiere del resto del mundo leyes que protejan las patentes.
Europa crece a partir de su mercado interno, cada vez más grande por la incorporación de nuevos países a la Comunidad, aunque su economía no logra concretar grandes ganancias de productividad como los Estados Unidos. En estos últimos años ha ganado impulso gracias a la expansión de sus exportaciones producto del mayor consumo de EE.UU y del resto del mundo.
Los emergentes asiáticos, en particular China e India, basan su crecimiento en el comercio exterior. Su producción a bajos precios no tiene límites visibles por los contingentes de mano de obra ociosa que poseen y por la gran capacidad de ahorro de su población, con tasas de inversión en torno a 40% del PIB. Estas economías satisfacen el consumo de productos industriales de los países avanzados y en particular de EE. UU, a costos que hacen imposible la competencia. A partir del crecimiento sostenido que muestran hace décadas, y del boom observado en el último quinquenio, estos países se han convertido en jugadores primordiales a nivel mundial, generando una sensible caída de los precios de los productos industriales y un fuerte aumento de los commodities agrícolas y ferrosos, y de los combustibles.
El resto de los países emergentes, en grandes líneas son economías con un mercado interno limitado, que no alcanza para autogenerar crecimiento sostenido. No obstante, en este último quinquenio se han visto beneficiados por la mayor demanda de productos primarios del resto del mundo, y consecuentemente de mayores precios, y por la caída de los precios de los productos industriales, principal componente de sus compras. En la mayoría de los casos este fenómeno de mayores exportaciones y mejores términos de intercambio vino acompañado de un boom de inversión, dada la gran liquidez internacional, que impulsó las tasas de interés hacia abajo y el consumo y la inversión interna hacia arriba.
Es bueno particularizar que por primera vez en 75 años se alteraron los términos de intercambio en el sentido de que baja el precio de los bienes industriales y aumenta el valor de las materias primas. Esta situación es la que determina que las economías emergentes se encuentren en una mejor situación y es la que posibilitó que Argentina saliera con rapidez de la crisis.
De la descripción del esquema de crecimiento mundial puede extraerse un patrón muy particular y que marca el grado de desarrollo de cada país. EE.UU vende como exportación más rentable conocimiento; Europa está en un intermedio entre manufacturas y conocimientos; los emergentes asiáticos están en una etapa manufacturera; y en el último escalón se encuentran el resto de los emergentes que venden productos primarios.
3. La Argentina se encuentra dentro de este último escalón de países, con una producción de bajo valor agregado y bastante primarizada. Además nuestro mercado interno es limitado, por el número de habitantes y su capacidad de compra, lo que determina la necesidad imperiosa de expandir nuestras exportaciones incrementando el valor agregado de las mismas, para poder tener un fuerte crecimiento sustentable en el tiempo y generar puestos de trabajo, es decir no se trata solo de aumentar volumen a las exportaciones sino de generar además valor.
A pesar de las limitaciones mencionadas, en estos últimos años nos hemos beneficiado entonces por el aumento de nuestras ventas al exterior impulsadas por el consumo internacional y con la mejora en los términos de intercambio. Lo que nos falta es una estrategia definida para aprovechar mejor el momento y generar valor-
En lo que a crecimiento respecta el desempeño de Argentina en este ciclo de auge mundial, lejos de lo que se piensa, no es sobresaliente, como lo pueden ser China, India o Rusia, sino que más bien está por debajo del promedio. En efecto, el crecimiento promedio anual mundial en el período 2000/2006 ha sido de 4.3%, China lo hizo en 9.8%, India en 7.0%, América Latina en 3.2%, y Argentina en 3.0%, tasa similar a la de Brasil (2.9%) y bastante menor que la de su vecino Chile (4.2%).
Lo mismo ocurre con el desempeño de las exportaciones, elemento vital para un país con un mercado interno pequeño. En el período 2000/2006 las exportaciones de Argentina crecieron 77%, mientras que las mundiales muestran un crecimiento de 86.1%, las de China lo hicieron en 289%, las de India en 184%, las de América Latina en 90%, y entre nuestros socios regionales Chile lo hizo en 202% y Brasil en 150%.
En definitiva, con estas evidencias surge la necesidad de examinar la realidad de mitos que algunos han tratado de instalar. El primero es que no hay dependencia con el ciclo de auge mundial. El segundo es que la Argentina tiene una performance muy superior a la del promedio mundial y más bien similar a la de China e India. Y el tercero es que Argentina vive un boom exportador a causa de la devaluación del tipo de cambio.
4. La Argentina emergió de la crisis y creció impulsada por un ciclo de auge mundial. Esta afirmación se basa en distintas causales que examinaremos:
Una de ellas es el aumento del precio de las exportaciones. Como se ha señalado, el aumento del consumo mundial, en particular de los grandes emergentes asiáticos, impulsó las exportaciones y los precios de los commodities. El trigo pasó de valer u$s 95 en el año 2000 a u$s 216 en la actualidad, es decir un aumento de 128%, el maíz aumentó 83%, de u$s 82 a u$s 150, y la soja lo hizo en 64% pasando de u$s 182 a u$s 300. Estos precios dieron un mayor grado de libertad a la economía argentina. Desde el punto de vista fiscal explican vía retenciones el 80% del superávit primario observado, es decir 2.6 pp del PIB (Las retenciones de este año se pueden estimar en u$s 7.000 millones, lo que representa 15% del gasto primario nacional). Desde el punto de vista del nivel de actividad, estos elevados precios se materializan en un mayor consumo interno e inversión (maquinaria agrícola, 4x4, inversión inmobiliaria, etc). También explican el fuerte aumento de las reservas internacionales del BCRA, que pasaron de u$s 7.0 MM a u$s 43.0 MM, y el superávit de cuenta corriente del balance de pagos. En definitiva los elevados precios de los commodities explican en gran parte los famosos superávits gemelos de Argentina, es decir el superávit fiscal y el superávit de cuenta corriente del balance de pagos.
Otra causa por la cual la Argentina se ve favorecida por el contexto internacional es la cambiaria. Desde diciembre de 2001 el dólar se ha depreciado fuertemente respecto del resto de la principales monedas del mundo, con el Euro se devaluó 34%, con el Yen 5.3%, con el Yuan 7.1% y con el Real brasileño, 16%. Esta pérdida de paridad del dólar permite a la Argentina mantener un tipo de cambio real elevado, sin necesidad de activar el círculo vicioso de inflación seguida de devaluación nominal. En otras palabras, si la paridad internacional del dólar se mantuviera estable, el tipo de cambio real se apreciaría al ritmo de la inflación local, y consecuentemente la única forma de evitar transitoriamente esa apreciación sería devaluando la moneda continuamente en la misma proporción. Todos conocemos como termina esa historia.
En definitiva, como hemos señalado, por distintas causas la Argentina se ve favorecida con el contexto internacional. En este escenario con sólo optar por dejar a la economía en piloto automático el país se vio favorecido. El punto negativo ha sido la aplicación de políticas cortoplacistas de regulaciones e intervención en cuanto mercado existe y de fuerte aumento del gasto público. Nuestra propia historia nos enseña que en economía los principales errores se cometen en tiempos de prosperidad y se pagan cuando llega la adversidad es decir cuando el ciclo expansivo termina.