Una reflexión tras la derrota en el Senado

Tras la espectacular derrota que ha sufrido en el Senado, Cristina Kirchner podría mirar hacia una democracia largamente asentada y que funciona: la de los EE.UU. Sergio Ernesto SantillánEn EE.UU existe una larga tradición de rechazo por el órgano legislativo de propuestas o proyectos del presidente y en casos infinitamente más importantes que la modificación de la alícuota de un impuesto. Pese a eso, el país sigue funcionando sin problemas.

Al presidente Wilson el senado no le ratificó un tratado que pudo haber cambiado la historia: el de creación de la Liga de Naciones. Un gran fracaso que no le impidió pasa a la historia como un internacionalista que buscaba un mundo mejor. Le dieron el premio Nobel de la Paz.

A Clinton –con el voto en contra de legisladores de su propio partido– le dieron una cachetada con el proyecto de establecer un sistema nacional de salud que había elaborado su esposa. De haber sido aprobado, hubiera marcado un hito. No obstante, se rehizo y ganó brillantemente las elecciones para un segundo mandato.

A Bush, en el segundo mandato, con las dos cámaras controladas por los demócratas, le han rechazado todos los proyectos que ha presentado e incluso algunos nombramientos. Sus dos propuestas estrella –la privatización de la Seguridad Social y la ley de inmigración– fueron rechazadas incluso por legisladores republicanos. Y ahí sigue, haciendo actos en algunos pueblos y ciudades donde encuentra un clima favorable porque la mayoría de la ciudadanía no lo puede ni ver.

Por lo tanto, ¿Qué debería hacer Cristina Kirchner?

Nada dramático. Por supuesto, me parece un auténtico disparate la versión que ha echado a rodar una diputada radical: que pensaba renunciar en caso de rechazo del proyecto. No hay ningún motivo para ello.

En lugar de eso, tres ideas.

Primera, un mensaje al pueblo argentino con un contenido como este:

“Compatriotas: el máximo órgano de la soberanía popular, que es el Poder Legislativo, se ha pronunciado. Yo acato democráticamente ese resultado. Pido a todas las partes que cesen las movilizaciones y los enfrentamientos. Pasemos a otra etapa. Los próximos días convocaré a los dirigentes de las entidades rurales para que busquemos una solución adecuada que contemple los intereses de todos. Somos argentinos y queremos el bien de nuestra patria por lo que estoy seguro de que lograremos un acuerdo”.

Segunda, empezar a gobernar.

Como ha recordado un artículo de Página 12, que la respalda totalmente, con este conflicto, que la ha tenido totalmente absorbida, su presidencia prácticamente no ha empezado. Se han perdido siete meses pero su mandato todavía tiene más de tres años y en Argentina hay gravísimos problemas sobre la mesa (inflación, Aerolíneas, etc.) que requieren ser abordados urgentemente.

Tercera, extraer conclusiones adecuadas del tremendo fracaso que ha sufrido.

En este sentido, propongo cuatro:

Menos mítines con sus partidarios, menos descalificaciones, más trabajo político, más consenso, más negociación, más ruedas de prensa, más explicación de qué es lo que realmente se propone hacer con la Argentina.

Si uno tiene como aliados a los D’ Elía, Hebe de Bonafini, Kunkel, Moyano & Co. mientras son opositores personas moderadas de reconocido talante democrático como Felipe Solá, Schiaretti, Binner, Stolbizer o Reutemann quizá tiene que pensar en cambiar de estrategia.

Mostrarle amablemente la puerta a algunos talibanes que tiene en el gobierno, poniendo en su lugar a gente moderada y con ideas. Solá, por ejemplo, es uno de los máximos expertos que hay en Argentina en materia agrícola y, además, persona con experiencia de gobierno. Podría pensar en nombrarlo ministro y consejero político.

Sugerirle a Néstor Kirchner que se dedique a visitar las Unidades Básicas en el interior del país e interfiera menos en la política nacional porque está visto que su talento para esto es limitado.

* Sergio Santillán Cabeza es salteño, abogado, reside en Madrid y representa al sindicato mayoritario Unión General de Trabajadores en el Comité Económico y Social de la Unión Europea.