
Por estas razones es que considero conveniente erradicar esta expresión de nuestro lenguaje cotidiano, especialmente cuando nos referimos a aquella parte de la Provincia de Salta que no es su ciudad capital.
Porque ¿Qué es el "interior" de Salta sino la propia ciudad de Salta? ¿Es, acaso, Aguaray, el "interior" de Salta, siendo -como es- área de frontera?
Pero lo que me importa hoy es destacar la falta de neutralidad política de los nombres que asignamos a los territorios y las relaciones que, a partir de los nombres, establecemos entre ellos. Dar un nombre a un espacio geográfico es una tarea muy importante en la que se encuentran comprometidos no sólamente aspectos históricos o puramente geográficos, sino cuestiones políticas, ideológicas, culturales y hasta religiosas. Es una tarea que excede, con mucho, las posibilidades (no ya las facultades) de una asamblea constituyente.
Por eso me llama la atención la tendencia a bautizar y rebautizar territorios, como si el arte de gobernar convirtiera a quienes lo cultivan en cartógrafos; tal si fuese una simple tarea burocrática como lo es dar nombre a las calles de un barrio cualquiera.
El 'Norte Grande'
Algunos de estos aprendices de cartógrafos decidieron, en los años ochenta del siglo pasado, llamar "Norte Grande" a un conjunto de provincias argentinas cuyo rasgo común es el de estar situadas al Norte del país.
No cuestiono ni el nombre (un poco extraño, un tanto soso, pero pasable) ni la oportunidad. Lo que me parece ciertamente alarmante es que una denominación, surgida al calor de una coyuntura política bastante aislada, pero por sobre todo largamente superada, pretenda imponerse como una categoría geográfica de carácter universal sin haber pasado ninguna prueba.
¿Dónde está el "Norte Chico"? ¿Lo de "grande" alude a las dimensiones del territorio o a "la grandeur" con que soñaba el club de gobernadores que inventó la expresión? ¿Por qué un nombre tan pomposo para una región a la que poco le falta para patentar la pobreza como marca con "denominación de origen"?
Y, con perdón de los habitantes y trabajadoras de aquel mítico barrio, lo de "Norte Grande", ¿no recuerda mucho la salteñísima distinción entre "Bajo Chico" y "Bajo Grande"?
Cualquiera podría llegar a formularse estos interrogantes.
Y, con perdón de los habitantes y trabajadoras de aquel mítico barrio, lo de "Norte Grande", ¿no recuerda mucho la salteñísima distinción entre "Bajo Chico" y "Bajo Grande"?
Cualquiera podría llegar a formularse estos interrogantes.
Pero si preguntase a quienes emplean esta expresión ¿Qué es el Norte Grande? me responderán, seguramente, "es la suma del NOA y del NEA", lo cual tampoco debería de dejar satisfechos a nadie. NOA y NEA son invenciones -probablemente de la época desarrollista de la dictadura de Onganía- que carecen de entidad cultural o sociológica y de validación teórica, y, especialmente, de significado internacional.
El uso, tan pacífico y difundido entre nosotros, de las siglas NOA y NEA me recuerdan mucho al grave incidente que protagonizó un salteño despistado en la recepción de un fastuoso hotel de Viena, cuando exigió al atribulado recepcionista que su habitación dispusiera de DDN y DDI (discado directo nacional e internacional), sin reparar en que tales siglas no tienen ningún significado fuera de las fronteras argentinas y, si acaso, de las de algún país vecino.
Algunas regiones del mundo como Cataluña, la Toscana, la Patagonia, el Veneto, Bretaña, Île-de-France, New England, Extremadura, Baviera o Renania del Norte-Westfalia tienen un nombre que las singulariza y que sirve para ubicarlas inmediatamente en el contexto mundial. Pero ¿Norte Grande?
Al menos, el famoso Oeste norteamericano era conocido como "The wild, wild West".
Al menos, el famoso Oeste norteamericano era conocido como "The wild, wild West".
Vaya usted por el mundo diciendo que vive en el pueblo de San José de los Cerrillos (futuro nombre de la muy noble y muy leal Capital del Carnaval), ubicado en el Norte Grande, y lo más probable es que nadie sepa de qué está hablando.
Es mucho más inteligente y descriptivo decir, como un célebre salteño afincado en Paris, "Je suis argentine du Nord" y referirse a esta "gran" región como "el Norte de la Argentina".
Pero tal vez lo nuestro, en materia espacial, sea la inespecifidad que revela este diálogo salteño tan frecuente: - ¿Dónde prefiere sentarse usted señora? - Y... atrasito, nomás señor.
Pero tal vez lo nuestro, en materia espacial, sea la inespecifidad que revela este diálogo salteño tan frecuente: - ¿Dónde prefiere sentarse usted señora? - Y... atrasito, nomás señor.