
Los padres tal vez tampoco entiendan por qué el país anda tan acalorado por estos días, ni puedan explicar quiénes son los perjudicados por las variables de las retenciones. Apenas sabrán que no pudieron defender a su hija del frío, porque para todo padre ese es un capital no negociable. Y seguirán trabajando en la finca de Balbuena, mientras en el caliente recinto del Congreso otros deciden, trabajan, por el futuro de un sector que reclama sus derechos, que tiene el compromiso de producir alimentos.
Las cifras que se discuten en el Congreso son millonarias, las muertes a causa del frío que se han podido registrar en el país a pocos días de comenzar el invierno apenas alcanzan la docena; y los cien muertos del año pasado por las bajas temperaturas, resultan también una cifra incomparable con la plata que quieren sacar de los bolsillos de algunos para distribuírselo a otros.
La niña, cuentan las crónicas, había estado unos días antes en el hospital, en el centro sanitario se le había puesto una inyección y se la volvió a enviar a su domicilio. Es probable que en el Congreso también se le ponga una inyección y que al conflicto del campo se lo vuelva a mandar a la casa de todos los argentinos. Muchas veces la posibilidad de salvar una vida pasa por una decisión. Pero los padres de esta niña no pudieron decidir, apenas podían hacerse entender.
La historia de la aborigen muerta que leí sin tristeza, será pasajera en los diarios, al fin y al cabo es solo una (1). El conflicto de las retenciones será una historia mayor, destinada, sea cual fuere la resolución, a dejar tristezas. Aquellos que pudieran ser afectados por las retenciones la semilla que producen la verán con rencor, y quienes pudieran ser beneficiados, seguirán en su lucha silenciosa contra el frío.
Pero tal vez no sea tan trágico, porque muchas familias en el Norte posiblemente no se enteren ni del voto a favor o en contra, sino todo lo contrario. Sus rutas están cortadas desde hace muchos años. Y no hay solo muertes por frío, también el verano reclamará sus hijos, y las lluvias que todo lo borran levantarán los caminos.