
Estas solas cifras explican el superávit comercial y fiscal. Es que la Argentina salió de la crisis de la mano del campo y seria ingrato e injusto no reconocerlo.
El país se benefició por el aumento de los precios y los mayores volúmenes de producción de granos El valor aumentó porque las grandes economías emergentes de China e India incorporaron al mercado millones de personas que comenzaron a consumir como consecuencia de los cambios que produjo la globalización, al trasladar a esta parte del mundo la producción de manufacturas.
Los volúmenes crecieron porque el campo argentino no se quedó atrás. Se incorporó a la revolución tecnológica y además expandió la frontera agropecuaria. Lo concreto es que en la década del 60 producíamos 20 millones de toneladas de cereales y oleaginosas y, hoy, con un salto espectacular, nos encaminamos a terminar la década con 100 millones de toneladas.
La expansión de la frontera agrícola demandó tierras adicionales, restándole a la ganadería unas 6 millones de hectáreas en los últimos diez años, Sin embargo el stock de animales no disminuyó y se incrementó la producción de leche, como consecuencia de mayor tecnología.
El 10 de marzo el Ministro de Economía aumentó nuevamente las retenciones y se desató el conflicto gobierno-campo. Fue en realidad la gota que rebalsó el vaso de una relación tensa.
El principal sector productivo de la Argentina terminó de llegar a la conclusión de que para el Gobierno sólo era una "caja" de la cual echar mano para obtener recursos y se desnudó la realidad de la falta de una politice agropecuaria. El sector arrastra problemas con la carne, trigo, leche y las economías regionales, y pide que en las retenciones se tenga en cuenta el aumento de costos como consecuencia de la inflación.
El interior ha tomado también conciencia de que el Estado Nacional se apropia de una parte sustancial del precio de sus productos y de que no retornan esos recursos a las zonas productoras, La Nación alega que las retenciones no son coparticipables. Pero lo
concreto es que las cifras con contundentes: de la masa total de recursos el Tesoro Nacional se apropia del 70% y sólo el 30% es coparticipado a las Provincias, que son las que asumen todo el gasto relacionado con necesidades directas de la gente en salud, educación, seguridad, justicia y demás servicios.
El Gobierno acusó al principal sector productivo del país de "golpista', "desestabilizador', "mentiroso", “oligarca”, entre otros calificativos, y se mostró ofendido por el discurso del Presidente de la Federación Agraria en Rosario cuando dijo que el Gobierna era "un obstáculo para el crecimiento de la Argentina”.
Más allá de los intercambios verbales, lo que está claro es que quien cortó el diálogo fue el Gobierno, que levantó la reunión del lunes 26 de Mayo.
La Presidente deberla reflexionar acerca de las palabras que escuchó en Sana de boca de nuestro Arzobispo Monseñor Antonio Cargnello, quien en presencia de Gobernadores y de todo el Gabinete Nacional, manifestó "El dialogo es un instrumento eficaz para convertir la crisis en oportunidad, Sabernos encontrar, escuchar y hablar hasta ponernos en el lugar del otro es garantía para avanzar socialmente”; “Una sociedad no crece necesariamente cuando lo hace su economía sino, sobre todo, cuando madura en su capacidad de diálogo y en su habilidad para gestar consensos que se traduzcan en políticas de estado que orienten hacia un proyecto común de Nación”.
El Gobierno juega con el paso del tiempo al desgaste del campo, pero es preciso señalar también que ha pagado un costo político alto.
Es tiempo de volver a la sensatez y de comprender que el gesto de la mano tendida no quita autoridad. Una parte importante de la sociedad advierte ya que hizo crisis un estilo de gobernar, y reclama reconciliación, dialogo y también eficacia en la gestión.
Pocas veces un gobierno de tan pocos meses se desgastó tanto. Sin embargo, todavía hay tiempo para un cambio.
(*) El autor fue Vicepresidente 2° del Senado de la Nación