
Van Cauwlaert ha dicho que el fallo de la Corte "no tiene alcance universal", lo cual es una obviedad llevada a un extremo de solemnidad casi imperdonable. Si los fallos de la SCJN tuvieran "alcance universal" sus jueces estarían en la cúspide jurídica del universo y es un poco más que obvio que no lo están. Probablemente Van Cauwlaert entienda que el trascendental fallo judicial no es tan importante por no haber sido pronunciado por Su Santidad el Papa, cuyas decisiones sí que tienen el "alcance universal" que Van Cauwlaert pretende.
A renglón seguido, el ministro de Educación de Salta, dijo en relación con el citado fallo que "no le perjudica en nada porque el mismo establece que un trabajador puede ser elegido delegado independientemente de su afiliación gremial pero no dice que la representación pueda ser directa de un delegado ante un Ministerio o Patronal". Igual que no dice que las ranas son verdes.
El caso es que la aplicación rigurosa de los criterios jurídicos establecidos por el máximo tribunal de justicia argentino puede complicar, y mucho, la situación del ministro Van Cauwlaert, en la medida en que éste no se apresure a interpretar las señales que emite el entorno. Porque si un "sujeto sindical", sin forma de sindicato, pero utilizando las herramientas tradicionales de la acción sindical ha podido poner en jaque al sistema y la gestión del ministro al borde del colapso, es que la libertad sindical viene cabalgando a ritmo sostenido y es deber del ministro -en vez de salir a cruzar sus caballos- acompañar este proceso en la misma línea democrática que ahora le señala la Corte de Justicia.