'La parte nunca puede contener al todo', dice Agüero Molina sobre la cultura rendida al turismo

Hace unos días, los jueces salteños realizaron un piquete para reclamar una mejor justicia, actitud insólita y surrealista que sólo podrá ser imitada el día en que las prostitutas reclamen moral y los ladrones, un mejor reparto de la riqueza. ¿No tendrían que comenzar por preguntarse –me refiero a los jueces, no a las prostitutas y ladrones- de dónde sacaron que un abogado está en condiciones de juzgar a los demás, revisando de paso el oprobioso sistema de elección de jueces y funcionarios, hoy vigente? Sin embargo, el último papelón de los magistrados tiene contexto en la creciente pauperización de la cultura salteña, cada vez más cerca de Tinelli y más lejos del Cuchi Leguizamón. José Agüero Molina, escritor y periodistaUn elemental principio de la física –anterior, aclaro, a los funcionarios actuales- determina que la parte nunca puede contener al todo, algo que en Salta se ignora desde que Turismo contiene a Cultura, adefesio intelectual que obra como botón de muestra del modo en que se maneja y desmaneja el patrimonio cultural de la provincia, especialmente en los últimos 2 años. Hoy, las ansias de poder y acumulación de laureles -y pesos- de algunos funcionarios culturosos se superpusieron a los principios y a nadie extrañó que el fugaz Secretario de Cultura Fernández Esteban comenzara su gestión invitándose a sí mismo a presentar su libro en la Feria Internacional del libro de Buenos Aires –con todos los gastos pagos- , que es más o menos lo mismo que hicieron los jefecitos de Turismo, todos ellos ocupando hoteles de Cafayate durante la Serenata, mientras músicos y cantores dormían en el piso de una escuela. La desvergüenza y el ridículo son tan desembozados, que el muy mediocre stand de Salta en la Feria del Libro estaba a cargo de un funcionario que estaba en Salta -¿cuánto habrá cobrado?- mientras la embajadita provincial era atendida por cuatro porteñas disfrazadas de gauchas y creídas que el Cuchi era un escritor, no un músico. Y por cierto, los representantes de la literatura salteña fueron el propio Secretario –escribano, no escritor- María Eugenia Carante -criticada por su pésima edición del libro de Walter Adet- y Sergio Bravo, secretario de prensa de Andrés Zottos. ¿A qué fueron? A lo de siempre, a aprovechar el dinero público y los méritos que nunca se ganaron, borrando del mapa a los genuinos beneficiarios de una gestión cultural: los creadores.

Así estamos en Salta, donde la planta baja y alta del Centro Cultural América cambió su fisonomía original al punto que ya ni siquiera depende de la Secretaría de Cultura. Su gerenciadora actual es la señora Clara Altobelli –cuyos méritos culturales desconozco, es cierto, pero tampoco puedo saberlo todo- con su doble función de asesora en Turismo y Cultura y Coordinadora General de la Comisión de Recuperación del Centro Cultura América. Según indica un informe de prensa “se contará con la presencia de un lugares para la difusión turística, en consonancia con la filosofía del “turismo cultural y la cultura del turismo” propugnada por el Ministerio de Turismo y Cultura”. ¿Y la Cultura? Ah, lo olvidaba, hoy está en manos de un abogado, lo que me exime de mayores comentarios. ¿Será que para estar en Cultura, el único mérito suficiente es ser amigo de la familia de Urtubey? Mientras el gobierno considere que la cultura no es más que un show turístico, vendible y negociable, más cercano a Tinelli que al Cuchi Leguizamón, la cultura salteña seguirá hundiéndose.