
A pesar de los notables esfuerzos por mostrarse condescendiente con las demandas del colectivo gay, Suriani, que en su escrito no se identifica a sí mismo como ciudadano sino como «actor político» (una especie de Ricardo Darín, en versión cívica) y dice no compartir el estilo de vida de los gays, se refiere a Ro Liendro como "el funcionario municipal Rodrigo Liendro", incurriendo así en un imperdonable «faux pas» político.
Dejando de lado ciertos aspectos formales de la carta, como el mencionado error de tratamiento, que en el fondo supone una falta de respeto hacia una persona que ha hecho pública su opción de identidad sexual, Suriani arremete furiosamente contra lo que él llama el «lobby gay», al que acusa, entre otras calamidades, de «abusar del derecho de adoptar el estilo de vida sexual que prefiera» y de «pretender imponer a la comunidad toda sus costumbres e inclinaciones generando así una tergiversación que concluye en propuestas estrambóticas como la que se pretende implementar estos días».
Evidentemente, al aludir a las «propuestas estrambóticas», se refiere al controvertido proyecto de Ro Liendro sobre las entradas igualitarias a los locales de diversión nocturna.
Pero no solo el futuro preocupa a Suriani. También lo desvela el pasado, a juzgar por su demoledora y extemporánea crítica al mal llamado «matrimonio igualitario», cuyo reconocimiento legal achaca, otra vez, al exorbitante e inexplicable poder de «grupos organizados con fuerte presencia en los medios de comunicación masiva».
El escrito de Suriani contiene varios puntos desagradables, pero el que seguramente más ampollas levantará es aquel pasaje de la carta en la que dice que la pretensión de «prohibir el ingreso gratuito o más accesible para las mujeres a los locales bailables se involucra de lleno en un terreno que es absolutamente ajeno al de los homosexuales», tal y como si Ro Liendro, en vez de ser una funcionaria obligada a velar por el interés general fuese en realidad una comisaria encargada de representar los intereses de los homosexuales ante los poderes públicos.
Otro pasaje polémico a más no poder es aquel en que se refiere «al trato y preferencia que como comunidad le brindamos a las damas» y en el que se califica el trato discriminatorio como «una práctica consuetudinaria social basada en diversas atenciones que como hombres tenemos con las damas, o sea un terreno remotamente alejado y desvinculado de la cuestión de las minorías sexuales y sus derechos».
En suma, Suriani (guardián ad honorem de nuestra idiosioncrasia) sostiene y afirma dos cosas: la primera, que Ro Liendro es parte estructural del activo, influyente, pernicioso y disgregador lobby gay; la segunda, que la preferencia consuetudinaria que los caballeros salteños conceden a las damas es una materia claramente heterosexual y, por tanto, fuera de la órbita de competencias de Ro Liendro, que solo está puesta allí donde está para lidiar con los problemas de las minorías sexuales.
Texto completo de la carta de Suriani
Por la presente me dirijo respetuosamente a Ud. en mi carácter de actor político con el objeto de solicitarle que desde el lugar de responsabilidad institucional y política que ostenta recepte las diversas reacciones ciudadanas manifestadas en relación al Proyecto de Ordenanza presentado ante el Concejo Deliberante por parte del funcionario municipal Rodrigo Liendro.
Es mi voluntad hacer llegar cortésmente mi contundente oposición a tal iniciativa de norma municipal en razón de los considerandos que pasaré brevemente a señalar.
La discriminación que lamentablemente padecen los vecinos salteños que adoptaron una identidad de género diversa o simplemente son personas homosexuales es una situación que debemos tratar de combatir a través de diversas formas, estimo que ningún ciudadano de bien se opondría a tal finalidad, ni siquiera quienes no compartimos dicho estilo de vida ya que estamos obligados por serios motivos de respeto, consideración y, desde luego, por garantías de índole constitucional que así lo decretan.
Ahora, tal cual lo expresó nuestro Santo Padre, hay una evidente diferencia entre lo que es el inobjetable derecho de toda persona a adoptar el estilo de vida sexual que prefiera y vivirlo a su manera sin restricción de ningún tipo, y lo que se reconoce comúnmente como "lobby gay", vale decir, hacer un abuso de dicho derecho y en lugar de ejercerlo dentro de sus parámetros pretender imponer a la comunidad toda sus costumbres e inclinaciones generando así una tergiversación que concluye en propuestas estrambóticas como la que se pretende implementar estos días.
Un ejemplo del fenómeno señalado, es la norma nacional que admitió el casamiento ante personas del mismo sexo, dicha medida fue impuesta por grupos organizados con fuerte presencia en los medios de comunicación masiva y con el impulso estratégico de diversas personalidades y organizaciones que justamente hicieron "lobby" para que nuestros representantes aprueben dicha disposición. De más está decir que nuestra sociedad en su gran mayoría estuvo en desacuerdo con dicha pretensión y así se hizo saber a través de multitudinarias marchas a lo largo y ancho del país. Lo concreto es que al día de hoy son escasísimos los matrimonios celebrados entre personas del mismo sexo y queda a las claras entonces que la Ley de Matrimonio Igualitario no fue el producto de una pretensión social genuina, necesaria ni mucho menos apremiante, si no que fue el resultado del trabajo de grupos minoritarios que pretender imponer su moral.
En plena consonancia con lo expuesto ut supra, entiendo que el Proyecto de Ordenanza presentado por el Sr. Rodrigo Liendro pretende justamente imponer criterios y restricciones a una sociedad que tiene sus propias costumbres e idiosincrasia, por lo cual la ilusoria ordenanza terminará resultando redondamente absurda y a todas luces inconstitucional, teniendo en cuenta que la misma al prohibir un ingreso gratuito o más accesible para las mujeres a los locales bailables se involucra de lleno en un terreno que es absolutamente ajeno al de los homosexuales como ser el trato y preferencia que como comunidad le brindamos a las damas. Vale decir, la norma avanzaría sobre una práctica consuetudinaria social basada en diversas atenciones que como hombres tenemos con las damas, o sea un terreno remotamente alejado y desvinculado de la cuestión de las minorías sexuales y sus derechos.
Otro aspecto sustancial y que es infranqueable es el legal, con una norma de alcance municipal no se puede avasallar los derechos a la propiedad y a ejercer el comercio libremente que poseen los empresarios del rubro, si bien no desconozco que el privilegio del que gozan las damas para acceder a un local nocturno es desde el enfoque comercial y de marketing una cuestión estratégica, ser el trato y preferencia que como comunidad le brindamos a las damas. Vale decir, la norma avanzaría sobre una práctica consuetudinaria social basada en diversas atenciones que como hombres tenemos con las damas, o sea un terreno remotamente alejado y desvinculado de la cuestión de las minorías sexuales y sus derechos.
En conclusión, respetuosamente apelo a las buenas diligencias y al claro criterio que lo caracteriza para que pretensiones legislativas como la citada, tan absurdas e violatorias de nuestras costumbres y leyes, puedan llegar a tener asidero en el ámbito que Ud. dirige.
Lo saludo distinguidamente.
Andrés Suriani