
En todos los documentos vaticanos consultados, el señor Gustavo Zanchetta figura como «Obispo Emérito de Orán». Su título, difícilmente se puede discutir en estos momentos.
Ha sido la renuncia que el sacerdote presentó a su cargo en el mes de julio de 2017 (a pedido del papa Francisco) la que lo ha colocado inmediatamente en situación de «obispo dimisionario», en los términos del artículo 402 § 1 del vigente Código de Derecho Canónico.
Aun a riesgo de simplificar, se puede decir que Zanchetta, que se desempeñó como Obispo Diocesano de Orán es ahora el «obispo emérito» del mismo lugar, porque la norma dice que este último es el título que se asigna a un obispo católico en el momento en que deja de tener a su cargo una diócesis, situación que puede producirse por haber alcanzado el prelado el límite de edad, por motivos de salud o por haber transferido a otros, funciones no relacionadas con el cuidado pastoral de una diócesis.
El artículo 402 § 1 del Código de Derecho Canónico dice que «El Obispo a quien se haya aceptado la renuncia de su oficio conserva el título de Obispo dimisionario de su diócesis, y, si lo desea, puede continuar residiendo en ella, a no ser que en casos determinados por circunstancias especiales la Sede Apostólica provea de otra manera».
Zanchetta es, pues, un obispo dimisionario que tiene derecho, en principio, al título de obispo emérito, siempre seguido del nombre de la diócesis a la cual el prelado ha renunciado, y con la cual -se supone- el dimisionario continúa manteniendo «un vínculo de afecto espiritual». En el caso particular de Zanchetta y atendiendo a las conductas que se investigan en principio en el ámbito de la justicia civil del Estado argentino, se podría llegar a hablar de un afecto «excesivo».
El título aparece también confirmado por el Directorio Apostolorum Successores, promulgado por la Congregación para los Obispos el 22 de febrero de 2004. Este importante documento, que dedica íntegramente su último capítulo a los Obispos eméritos, establece que «desde el momento en que se publica la aceptación de la renuncia por parte del Romano Pontífice, el Obispo diocesano asume, de pleno derecho, el título de obispo emérito de la diócesis». El mismo Directorio aclara que el título de Obispo emérito no se aplica a los obispos auxiliares, que ya tienen su propio título.
Hasta el Concilio Vaticano II, a los obispos que renunciaban a una diócesis se les asignaba el título de una sede extinta. Hoy, en cambio, mantienen el título de la diócesis a la cual han renunciado con el calificativo de «emérito».
Antes de referirse a Zanchetta como «ex obispo» se debe tener en cuenta las normas anteriores, pero también el hecho de que al papa Benedicto XVI no se lo considera «ex Papa», sino que tanto la Iglesia como la prensa se refieren a él con el correcto título de «Papa Emérito».
Por otro lado, solo sería correcto y admisible aludir a Zanchetta como «ex obispo» si la autoridad competente (en este caso, la eclesiástica) decidiera privarle de su rango arzobispal. Esto quiere decir, en principio, que Zanchetta no puede ser despojado de su dignidad episcopal por decisión de un juez del Poder Judicial del Estado argentino, sino por la de un tribunal canónico y además mediante sentencia firme. Cualquier intento de hacerlo antes de este momento sería contrario al derecho a la presunción de inocencia de que goza el reo.
Por las razones expuestas, es incorrecto y puede inducir a confusión -incluso a las autoridades judiciales- el que los medios de comunicación se refieran a Gustavo Zanchetta como «ex obispo» o «ex Obispo de Orán». Si lo que desvela a los comunicadores es el empleo del prefijo ex, lo más correcto sería llamarlo «ex Obispo Diocesano de Orán», ya que Zanchetta efectivamente lo fue y ha dejado ya de serlo.
Todo lo demás comporta un trato descomedido o peyorativo hacia quien todavía, por razones que son fácilmente comprensibles, ostenta el título de alto dignatario de la Iglesia.
En cualquier caso, tratándose de la relación entablada entre el obispo investigado y la justicia civil argentina, lo más aconsejable sería referirse a él sin títulos de ninguna naturaleza, pues así, de esta guisa, acostumbran a comparecer ante los tribunales de justicia todos los ciudadanos a los que se les aplica de forma uniforme el Derecho Penal y tienen derecho a un tratamiento igualitario frente a los mecanismos de la ley.
El caso del cardenal McCarrick
En este punto se debe recordar que Zanchetta se encuentra aún lejos de la situación del exobispo y excardenal de la iglesia católica, señor Theodore Edgar McCarrick, quien a principios de este año fue destituido del ministerio público por la Santa Sede y posteriormente renunció a su dignidad de cardenal.Según la información oficial, el 16 de febrero de 2019, la Santa Sede anunció que McCarrick había sido dimitido del estado clerical, es decir, expulsado del sacerdocio. En un proceso penal, la Congregación para la Doctrina de la Fe encontró a McCarrick culpable de «solicitud en el Sacramento de la Confesión, y pecados contra el Sexto Mandamiento con menores y con adultos, con el agravante factor del abuso de poder».
El veredicto de culpabilidad contra McCarrick fue emitido el 11 de enero de 2019, y confirmado un mes después por la autoridad competente, después de que el destituido obispo lo apelara.
De acuerdo con la ley canónica, la ordenación de un sacerdote, por su carácter sacramental, nunca se puede deshacer, pero en este caso el señor McCarrick ha perdido definitivamente su condición de sacerdote, pues le ha sido prohibida la realización de cualquier tarea relacionada con este ministerio, incluida la celebración de la misa.
Tras el proceso canónico, McCarrick se ha convertido en el religioso de más alto rango expulsado del sacerdocio por pederastia.