Los Peñalva, una familia unida frente a la injusticia

  • El tesón y el coraje de una familia, unida por el dolor y determinada a hacer resplandecer la verdad, ha conseguido sacar a la luz los graves problemas de calidad y falta de independencia de la justicia salteña. Sin estridencias, ni ataques personales, los Peñalva han dado un paso de gigantes hacia la verdad que buscan desde julio de 2012.
  • Una lección de humanidad y civismo para el mundo

Días pasados, con la presencia absolutamente inusual de peritos norteamericanos en el lugar, se llevó a cabo la diligencia de reconstrucción del hallazgo de los cuerpos de las adolescentes Luján Peñalva y Yanina Nuesch, encontradas sin vida en un descampado de las afueras de la ciudad de Salta a finales de julio de 2012.


Cualquiera haya sido el resultado de esta diligencia -algo que por ahora solo puede valorar la jueza que entiende en el asunto- hay dos cosas ciertas:

1) Que la rapidez con que la justicia salteña decidió hace años dar por cerrado el asunto, atribuyendo la causa de la muerte a un suicidio pactado por las adolescentes, fue temeraria, impropia por lo tanto de un sistema judicial serio, racional, riguroso y apegado a la ley;

2) Que la familia de Luján Peñalva, en base a determinación y perseverancia, ha logrado llevar las cosas hasta este estado de incertidumbre en el que todas las hipótesis vuelven a estar felizmente abiertas.

Estas dos circunstancias no deben pasar desapercibidas de ningún modo para los salteños, pues por mucho que estemos acostumbrados a la poca calidad de nuestra justicia y a la precariedad científica de nuestros investigadores fiscales, nadie puede sentirse indiferente cuando se da cuenta de que una precipitación de esta naturaleza (aún no se sabe si intencionada o no) deja en el aire la averiguación de la verdad sobre la muerte de dos seres humanos.

Pero, aunque lo anterior no nos conmueva, sí debe hacerlo la actitud de la familia de Luján Peñalva. Porque todos los pasos que ellos han dado hasta aquí no han estado motivados ni por el amor, ni por el dolor de la ausencia, ni por la sed de venganza. Al contrario, detrás de este pequeño gran triunfo procesal hay una determinación estremecedora que, cualquiera sea el resultado final de las investigaciones, solo merece respeto y admiración por parte de todos.

Los Peñalva llevan en silencio el dolor por la pérdida de Luján, pero no han dejado ni por un minuto que sus sentimientos más primarios nublen su entendimiento y los orienten hacia fantasías y conjuras cósmicas. No se han dado el lujo de ceder a las tentaciones. Con una seriedad digna de todo encomio, ellos han puesto toda su energía y su inteligencia (y movilizado la de otros) detrás de un objetivo trascendente, frente al que ningún salteño debiera sentirse indiferente o ajeno: el esclarecimiento de la verdad y el castigo de los culpables.

La familia formada por Gustavo Peñalva, su hermana Marisa, su sobrino Facundo, su esposa y su hijo están dando una lección de humanidad y de civismo al resto de los salteños y a los ciudadanos del mundo. Frente al insulto a su inteligencia que supuso en su día dudar de su hipótesis de homicidio, ellos han formado una piña, se han puesto firmes y han avanzado juntos en una dirección única, que es la que ha fructificado en la presencia -señorial, por otra parte- en el lugar de los hechos de la jueza señora Mónica Alejandra Mukdsi, la misma magistrada que fue injustamente ninguneada y desautorizada por el gobernador Urtubey el año pasado con ocasión del famoso amparo Von Fischer.

Aún es pronto para saber cuáles serán los próximos pasos de Mukdsi en este asunto, pero lo que parece claro es que si la jueza piensa de verdad, como mucha gente cree, que su autoridad y su independencia de juicio están por encima de cualquier influencia política -así sea la del mismísimo Gobernador- las diligencias irán hasta el final, hasta obtener una resolución razonada y fundada en Derecho. No porque esto y no menos sea lo que se espera de Mukdsi, sino porque la jueza tiene hoy la obligación moral de dar una respuesta de altura a los sacrificios y desvelos de una familia que ha recorrido un largo camino superando obstáculos de todas las formas y tamaños, y que a pesar de todo está dando ejemplos muy contundentes de su compromiso inquebrantable con la verdad y con la justicia.

Muy pocos consiguen en Salta hacerle ver al sistema judicial sus propios errores y las consecuencias dramáticas que ellos provocan. Los Peñalva lo han logrado, sin atacar a nadie, sin echar culpas indiscriminadamente, sin perder la compostura, sin abandonar el hablar pausado y, fundamentalmente, sin perder la decencia. Ahora solo falta que Mukdsi demuestre, como ya lo demostró antes, que su compromiso con la justicia es tan intenso como el de esta familia salteña a la que hoy le falta alguien que nunca debió de faltar.