Cafayate celebra el 'Mes del Niño'

El carnaval eran tres días hasta que a alguien se le ocurrió que era más rentable hacerlo durar tres meses.

Pero esto no es nada si lo comparamos con una celebración única e instantánea, como lo es la del Bicentenario, que para que unos zánganos pudieran vivir cómodamente de los sueldos que paga el Estado, la hicieron durar diez años.

Contagiada por el entusiasmo festivo, la ciudad de Cafayate ha dejado de celebrar el Día del Niño y ha declarado a agosto el «Mes del Niño». Es decir, jolgorio del 1 al 31, ambos inclusive.

Aunque todavía el intendente Almeda no ha dicho la última palabra, todo indica que junio será instituido el «Mes del Padre» y octubre el «Mes de la Madre», como alguna vez hizo la Ministra de Derechos Humanos de Salta, cuando declaró a marzo el «Mes de la Mujer».

La idea es que los comercios de Cafayate puedan incrementar sus ventas, que las reposteras puedan vender tortas durante todo el mes, y no solo el domingo correspondiente, y que las peluqueras trabajen a destajo. También, que los conjuntos folklóricos, payasos, infladores de globos y sonidistas puedan ganarse la vida todo el año y no solo un domingo de tanto en tanto.

De no ser porque la Semana Santa todavía está en manos de la Iglesia, esta es la hora que Cafayate celebraría via crucis todos los viernes de otoño y Pascuas cada tres domingos.

Antes -recuerdan los memoriosos- había una elección cada cuatro años (incluso pasaban décadas enteras sin que la gente fuese llamada a las urnas). Ahora hay cuatro elecciones cada dos años. Pero no por una cuestión política ni por una revalorización del papel del ciudadano, sino porque los comicios son considerados como una «fiesta de la democracia».

Y mientras más fiestas tengamos, pues estaremos todos más contentos.