
El coronavirus puede anular las fiestas del Milagro y la Semana Santa, hacer que cierren los teatros, los restaurantes, la bibliotecas y las escuelas; pero con el carnaval no hay virus ni enfermedad que valga. Cuando estalla el carnaval, algunos salteños son capaces de hacer salir al diablo que llevan adentro, aunque los hombres de Felipe Varela vengan degollando por los cerros de Tacuil.
Si las medidas restrictivas impuestas por el gobierno provincial han sido o no eficientes durante el carnaval se juzgará el próximo mes de noviembre, cuando las cifras de natalidad en Salta pegan un salto importante, al cumplirse los nueve meses exactos desde el jolgorio de carnaval.
Por el momento solo queda la sensación de que a una parte importante de los salteños le pueden sacar el pan de la boca, pero no quitarle el carnaval, cuyo lugar en el calendario es firme, y no como el feriado nacional de Güemes que es objeto de mudanzas y traslados «por motivos turísticos».
En ancas de mi zaino
La cristiandad (aun la más pecadora) celebra hoy el Miércoles de Ceniza (el primer día de la Cuaresma) que, aunque muchos no lo sepan, es un día santo cristiano de oración y ayuno.Sin embargo, cuando se menciona este día, los salteños en lugar de dirigir la mirada al cielo, enfocan para el lado del rancho El Chañarcito, en Cerrillos, en donde se supone que -si no llueve- los más afortunados avistadores verán pasar a un gaucho barbudo montado a su caballo con una morena de pollera yuta y trenzas largas en las ancas del animal. Ambos dos, henarinados, como corresponde.
¿Distancia social? ¿Uso de mascarillas sanitarias? ¿Lavado frecuente de manos? El único que está a salvo del contagio aquí es el caballo. ¡Y ya quisiera el gaucho tener la salud que tiene su caballo!
Si los salteños pusieran solo un poco del entusiasmo y convicción que muestran en la defensa del carnaval para defender la producción y dieran a «las cosas de comer» la importancia que corresponde, nuestra Provincia estaría casi salvada.
Pero mientras al duende del carnaval le importe un pepino la pandemia, el virus, las vacunas y los gauchos sigan buscando morenas bailarinas en los guardapatios para saciar sus bajos instintos, todo seguirá como cuando don Abel Mónico Saravia decidió que aquel gaucho sentimental y coqueto (nuestro segundo héroe gaucho) «pasara a la inmortalidad».